La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
(...)
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.
(fragmento de “La luna”, de Jaime Sabines)
Uno de los temas que más han fascinado a la humanidad desde hace mucho tiempo es la influencia que tiene la luna en la Tierra y, sobre todo, la forma en que afecta las emociones y el estado anímico de las personas.
Más allá de los enfoques astrológicos que se le pueden dar a este tema, las neurociencias lo abordan desde una perspectiva más objetiva, basada en una observación empírica minuciosa de la cual, sin embargo, todavía hace falta investigar y explicar varios aspectos para comprender mejor la relación entre los ciclos lunares y los neurotransmisores.
El investigador norteamericano Mark Filippi se ha basado en los estudios de otros científicos, como Irving Dardik, Joel Robertson y David Goodman, y con sus investigaciones sugiere que existe una clara relación entre los ciclos lunares y el estado de ánimo de las personas.
Filippi indica que las fases de la luna podrían influir en la producción de neurotransmisores en el cerebro, lo cual se traduce en variaciones en el estado de ánimo y en la presencia de diferentes emociones.
Además, afirma que existe una correspondencia entre los ciclos biológicos internos y los ciclos físicos externos. Es decir, lo que ocurre en el universo influye en el cuerpo humano, tanto en las emociones como en el comportamiento.
Las siguientes son las relaciones que este investigador neoyorquino ha encontrado entre las distintas fases de la luna y las emociones del ser humano.
Según Filippi, durante la semana que dura aproximadamente esta fase se incrementa la producción de acetilcolina, un neurotransmisor que se relaciona con la memoria, la percepción del dolor, el aprendizaje y el sueño profundo.
De esta manera, las personas suelen estar más sensibles, se vuelven más receptivas a los demás y buscan más estar acompañados y sentirse queridos.
En estos días suele haber mucha energía, pero poca concentración. Es un momento de inspiración, pero no apto para realizar trabajos muy detallados. Así que si en esta etapa te sientes inspirado, anota todas tus ideas para que no las pierdas y puedas trabajarlas a detalle en otro momento de mayor enfoque y concentración.
De acuerdo con las investigaciones de Filippi, durante esta fase se estimula la segregación de serotonina en el cerebro, lo cual se traduce en una mayor vitalidad, creatividad y concentración.
Los días de luna llena suelen ser propicios para la reflexión y la introspección, las cuales te ayudan a encontrar respuestas a las preguntas que hay dentro de ti. Además, es una etapa en la que se presentan más sentimientos de plenitud y satisfacción, así como una mayor tendencia a soñar y fantasear.
Durante los días que dura la fase del cuarto menguante (aproximadamente 1 semana) la dopamina es el neurotransmisor que predomina, el cual se relaciona con el placer y la diversión.
De esta manera, la etapa de esta fase lunar es propicia para realizar actividades sociales, ya que la presencia de dopamina fomenta la empatía y la tolerancia, de modo que se da una mayor apertura y comprensión hacia los demás.
Según lo que plantea Mark Filippi, esta es la etapa más difícil de cada mes, ya que el neurotransmisor que predomina es la noradrenalina, la cual hace que adoptes una actitud más defensiva frente al mundo.
Además, este neurotransmisor puede volverte más susceptible ante el miedo que en otros momentos y también podría hacerte sentir más irritable que lo normal. Por otro lado, también es una etapa de mayor nerviosismo y vulnerabilidad, en la que además puede surgir un afán por resolver las cosas.
¿Has sentido que las distintas fases lunares afectan tus emociones o estado anímico de alguna manera? Comparte tu experiencia en los comentarios.