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¿Por qué es importante cambiar la forma en la que pensamos la ecología?

Noviembre 25, 2016

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Tanto la ecología como la biología, la zoología, la ornitología y tantas otras ramas de estudio a veces nos parecen cosas abstractas y lejanas, o cosas que son hechas por otras personas como ecologistas, biólogos, activistas y el resto de individuos que se involucran de diferentes formas con el objetivo común de mejorar la manera en la que tratamos al planeta. Los especialistas en temas medioambientales están conscientes de que los humanos dependemos de nuestro entorno para vivir, así que si arruinamos la Tierra mediante la contaminación, la sobreexplotación de los suelos, la caza indiscriminada, la destrucción de ecosistemas y otras tantas cosas también estamos amenazando nuestra vida y la vida de las generaciones por venir. 

 

Hasta aquí todo tiene sentido, al menos como un argumento intelectual, pero los seres humanos no sólo tenemos una dimensión intelectual. También tenemos emociones que nos motivan a la acción, y el problema con esto es que pensamos que la ecología es algo que hacen otros, no nosotros. Es decir, no nos sentimos del todo motivados a actuar porque “ya hay otras personas trabajando en ello” o porque nos parece que es un problema tan gigantesco que no podemos hacer una verdadera diferencia ante él. En otras palabras, nos sentimos impotentes frente a la catástrofe. Esto es muy razonable pero no necesariamente cierto, pues de alguna forma todos estamos igualmente contribuyendo a la catástrofe, y parte de lo que nos impide salir de este patrón de pensamiento-sentimiento-acción es cambiar nuestra manera de pensar por una visión que nos aliente a emprender acciones. 

 

Así que en lugar de pensar que cuidar al planeta, la naturaleza, los animales, los recursos naturales y la forma en la que nos relacionamos con ellos es algo que sólo hacen otros, hay que pensar que es algo que podemos hacer nosotros, y entonces tendremos una motivación para actuar. Es decir, al mismo tiempo que ejercemos acciones efectivas, necesitamos asimismo cambiar las ideas limitadas que nos están impidiendo avanzar. Puede ser que no todo el cambio esté en nuestro interior, pero ningún verdadero cambio de paradigmas externos puede suceder si no modificamos lo que hay dentro de nosotros, ya que si no lo hacemos podemos crear y destruir muchas veces, pero lo más probable es que aquello “nuevo” que inventemos siga los mismos introyectos que guiaban lo que destruimos, a menos de que cuestionemos estas creencias o valores. 

 

Entonces, ¿qué podemos hacer frente a la información que recibimos sobre la devastación de los ecosistemas, la pérdida de biodiversidad y las demás problemáticas mundiales? 

 

 

1. Infórmate

Primero que nada podemos informarnos, pero también ser juiciosos con respecto a lo que leemos. No se trata de aceptar ciegamente las cosas, sino de discernir desde la individualidad de manera responsable.  

 

2. Detecta qué puedes hacer tú

Una vez informados, podemos encontrar cosas que queremos y podemos hacer para cambiar cómo nos relacionamos con estos aspectos desde nuestra experiencia individual. 

 

3. Conéctate

Mientras buscamos opciones, lo más probable es que encontremos a otras personas haciendo lo mismo y mostrando diferentes propuestas. Conectarte con esta comunidad de individuos que están proponiendo algo es mucho más constructivo que sumergirte en la indiferencia. 

 

4. Comparte

Tu experiencia es valiosa; cuando la compartes con los demás puedes inspirar su propio viaje de la indiferencia a la acción efectiva, de los sentimientos de impotencia al empoderamiento. 

 

 

Hay muchas opciones para tomar acción: puedes reciclar, establecer dinámicas de economía solidaria en tu comunidad, realizar intercambios, crear un huerto urbano, y mucho más. 

 

 

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