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Conoce la dieta alcalina y decide si es una opción para ti

Septiembre 20, 2018

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¿Qué vas a aprender con esta nota?

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  • Las características de la dieta alcalina

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  • Los pros y contras de este régimen alimenticio

Las dietas suelen tener partidarios y detractores, argumentos a favor y en contra, así como beneficios y contraindicaciones. 

 

Por eso, antes de cambiar tus hábitos para iniciar con cualquier plan alimenticio nuevo, lo ideal es que lo conozcas bien, con todos sus pros y contras, y que consultes antes a tu médico o nutriólogo para saber si la dieta que eliges es adecuada para tu organismo y tus necesidades nutrimentales. 

 

En Harmonia ya se ha hablado de las dietas paleolítica, cetogénica, mediterránea y macrobiótica, entre otras que se han popularizado en los años recientes, como la vegetariana, la vegana y aquellas que se basan en tu tipo de sangre para elegir la alimentación más adecuada. 

 

Esta vez toca el turno a la dieta alcalina, cuyo objetivo es mantener los niveles del pH del cuerpo dentro de un rango óptimo, al alcalinizar la sangre y los fluidos corporales

 

De acuerdo con los planteamientos de esta dieta, los alimentos se clasifican en acidificantes o alcalinizantes, según el tipo de residuos que dejan al metabolizarse. 

 

Los alimentos alcalinos dejan residuos con pH entre 7 y 14, y entre ellos están las frutas y verduras frescas (incluso aquellas de sabor ácido, como limones, limas y tomates), además de semillas, frutos secos, granos enteros, aceite de oliva, legumbres y miel. 

 

Los alimentos ácidos son aquellos cuyos residuos tienen un pH entre 0 y 7, y aquí se incluyen los lácteos y sus derivados, los cereales refinados, los huevos, el azúcar, las grasas y los productos ricos en proteína, como la carne. 

 

La idea principal de la dieta alcalina es que después del proceso de digestión, los alimentos producen compuestos ácidos o alcalinos. Los primeros acidifican la sangre, lo cual propicia procesos inflamatorios que se relacionan con  las  enfermedades cardiovasculares y diversos tipos de cáncer.

 

Con base en esto, la dieta alcalina propone consumir de 75 a 80% de alimentos alcalinos y de 20 a 25% de los que son ácidos

 

En realidad, cuando el organismo está sano y funciona adecuadamente no necesita llevar un régimen alimenticio estricto para mantener un pH equilibrado, pues las células del cuerpo tienen mecanismos que actúan como reguladores del mismo.

 

Si bien los planteamientos de esta dieta no tienen una base científica que demuestre que el pH del organismo se equilibra con este tipo de alimentación ni que ésta prevenga el padecimiento de enfermedades, lo cierto es que sí tiene elementos positivos como la apuesta por consumir una mayor cantidad de verduras, frutas y hortalizas, lo cual es muy benéfico para la salud.

 

Además, se promueve el consumo de legumbres como fuente de proteínas y calorías, con lo cual se pueden sustituir las harinas refinadas y los carbohidratos simples, principalmente los azúcares, que son los principales responsables de enfermedades como la obesidad, la diabetes y los padecimientos cardiovasculares.

 

Esta dieta también fomenta la ingesta de cereales integrales, que son una gran fuente de fibra vegetal, necesaria para el buen funcionamiento digestivo y que ayuda a no tener indigestión, inflamación abdominal y estreñimiento. 

 

Asimismo, la dieta alcalina evita los alimentos procesados e industrializados, así como los azúcares añadidos y las harinas refinadas, lo cual es muy bueno como parte de una alimentación saludable.

 

En el lado negativo, mucho se habla de que la dieta alcalina ayuda a prevenir y hasta curar el cáncer, pero la ciencia ha desmentido esto. Por ello, nunca debe aplicarse este ni ningún otro régimen alimenticio como sustituto del tratamiento contra el cáncer o de cualquier otra enfermedad.

 

Si esta dieta te resulta atractiva, la recomendación es que tomes de ella los aspectos positivos y la adaptes de acuerdo con tus necesidades nutricionales particulares, pero sin verla como una receta mágica o milagrosa. 

 

Y como siempre, una sugerencia importante es que consultes a tu nutriólogo antes de iniciarla, para evitar descompensaciones o carencia de nutrientes.   


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