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¿Por qué las crisis psicológicas tienen un sentido?

Abril 08, 2019

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¿Qué vas a aprender con esta nota?

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  • La relación entre los trastornos psicológicos y la sociedad

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  • Que las crisis psicológicas son una oportunidad de evolución

La enfermedad es un punto de referencia que indica por dónde caminas. Es una expresión de tu cuerpo-mente-espíritu y tus necesidades. Sin embargo, también es un indicador de las necesidades y malestares del colectivo.

 

Actualmente, vives en una sociedad adictiva en la que nada es suficiente: nunca se tiene el suficiente éxito, ni el suficiente dinero, ni los suficientes bienes materiales, ni el suficiente reconocimiento. Esta sensación de insatisfacción constante es la que hace girar la rueda de un sistema que enferma a las personas, pues a mayor estrés, más fuerte es la necesidad adictiva.  

 

Como Carl Gustav Jung decía, “no es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”. Por ello, la enfermedad psicológica es también un signo de la necesidad de cambio social.

 

Quizás como una manera de resistencia a la adaptación al sistema, cada vez más personas en el mundo sufren de ansiedad, depresión, fatiga laboral severa, trastorno de bipolaridad o trastorno de déficit de atención, entre otros.

 

Sin embargo, a pesar de ser cada vez más comunes, estos padecimientos son percibidos por la sociedad como un signo de debilidad o anormalidad, mientras que, para la medicina orientada hacia la farmacología, se deben simplemente a la deficiencia espontánea de alguna sustancia en el cerebro.

 

Para Gabor Maté, médico y escritor canadiense especialista en adicciones y experiencias traumáticas en la infancia, “es una mitología que existe lo normal y luego está lo anormal”. Esta mitología se sostiene en la idea de que la enfermedad responde a una falla en el paciente y, en ese sentido, la medicina hará lo posible por restablecer el orden

 

Sin embargo, la ansiedad, la depresión, la compulsión, la obsesión y cualquier otro rasgo psicológico “negativo” se encuentran en cada persona en mayor o menor grado, a veces como un rasgo de personalidad y otras veces como un trastorno, esto según la situación de vida del individuo.

 

Para este médico, lo que se necesita para sanar una crisis o trastorno psicológico es la comprensión profunda del paciente y sus necesidades:

 

“El mejor lugar para vivir con una enfermedad mental no es Estados Unidos y su farmacopia, sino las poblaciones que no excluyen al enfermo y que tienen otra manera de integrar el padecimiento a la propia sociedad. Un pueblito en África donde hay espacio para que actúes de la forma en que necesites actuar o expreses lo que necesites expresar (…) y puede que la comunidad cante o celebre una ceremonia contigo para encontrar algún sentido a esa locura”.

 

Para sanar, es necesario dejar de señalar la crisis o trastorno psicológico como algo que está mal en las personas y que debe ser corregido cuanto antes. Una crisis psicológica le pide a quien la padece que se detenenga para hacer una búsqueda acerca de sí mismo y de su entorno. Cada síntoma es una expresión de algo más profundo y debe verse como una miga de pan que indica el camino:

 

“Una sociedad que nos separa de nuestra espiritualidad, que nos separa de la propia sociedad mediante la idealización del individualismo y destruye el contexto social y que ignora nuestras necesidades emocionales, será una sociedad que genere patologías. Y creo que ello tiene que ver con la propia naturaleza del sistema económico, el cual dice que lo que importa no es quién eres sino cómo otros te valoran. En nuestra sociedad materialista, esto significa que valoramos no es quienes son las personas sino lo que producen o consumen. Las personas que no producen ni consumen son condenadas al ostracismo y se las devalúa totalmente, de ahí el rechazo a la gente mayor, pues ya no produce y tampoco tiene el suficiente poder adquisitivo para consumir mucho”.

 

Por otra parte, es indispensable que cada persona que sufre alguna crisis, trastorno o padecimiento sepa que no se encuentra limitada por la sentencia del diagnóstico, pues la mente y los sistemas de creencias que producen los síntomas pueden transformarse. 

 

Para Gabor Maté, los padecimientos psicológicos son también una necesidad de conexión profunda con el amor y la compasión. De esta forma, la enfermedad es un grito interior que pide una vida diferente, no sólo para el individuo sino para la sociedad.

 


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