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Heridas de la infancia que impiden establecer límites y cómo sanarlas

Marzo 08, 2021

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¿Qué vas a aprender con esta nota?

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  • Vivencias en la infancia que afectan las relaciones adultas

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  • Pasos para aprender a reconocerte y establecer límites sanos

Saber establecer límites saludables es un aspecto importante para poder mantener relaciones sanas y también para tener una buena salud emocional. Sin embargo, muchas personas no saben establecer esos límites, porque desde su infancia aprendieron a anteponer los intereses de los demás por encima de los suyos.

 

Con mucha frecuencia, estas personas no saben cuáles son sus necesidades, porque están tan acostumbradas a anteponer las necesidades de los demás que ni siquiera se detienen a pensar en las propias, mucho menos a reconocerlas ni satisfacerlas.

 

La falta de límites es un problema sobre todo común para los empáticos (que buscan mantener a todos felices), las personas altamente sensibles y aquellos que sufren de codependencia, porque no han desarrollado un fuerte sentido de sí mismos. 

 

Tener un fuerte sentido de ti mismo significa que tienes claro lo que disfrutas, lo que no te gusta, tus valores y tus preferencias, y consiste también en que tienes la capacidad de decir tu verdad de forma clara y abierta, independientemente de lo que los demás puedan pensar. 

 

Esta es la esencia de la autenticidad. Entonces, si de entrada no te conoces, no sabes quién eres, ni lo que quieres y lo que no, ¿cómo puedes mostrar a los demás cómo tratarte? ¿cómo puedes trazar esa línea (o límite) que indica qué está bien y qué no para ti?

 

Otra razón de la falta de límites es haber crecido en entornos familiares de abuso emocional o físico. Los niños en estas circunstancias aprenden a decir “sí” a todo, para mantenerse seguros o complacer a sus cuidadores y así ver satisfechas sus necesidades; no obstante, en la mayoría de los casos eso no sucede, y entonces el niño crece con la idea de que sus necesidades y emociones no importan.

 

Estos patrones de comportamiento y las creencias limitantes que generan afectan el comportamiento y las relaciones en la edad adulta, donde la falta de límites sanos es generalmente causada por el miedo al rechazo y al abandono, un temor que se arrastra desde la infancia.

 

Y también hay un miedo profundamente arraigado al conflicto, pues éste hace que el sistema nervioso entre en el modo lucha o huida y las emociones serán demasiado intensas para navegar, por lo que mantenerse pequeño e invisible se vuelve una forma de mantenerse seguro.

 

Los límites como un acto de amor propio

Si bien no puedes cambiar lo que viviste durante tu infancia, sí puedes trabajar para reprogramar esos patrones y darte cuenta de que establecer límites es un acto de amor propio, al reconocer que tus necesidades y emociones son válidas, que deben ser tu prioridad y que los demás deben tratarte con respeto siempre. 

 

Los límites también son un acto de vulnerabilidad, y la vulnerabilidad es la base de las relaciones profundas y significativas. Los límites crean transparencia y, de hecho, una intimidad más profunda, exactamente porque implican ser vulnerable.

 

Cuando te comunicas abiertamente y le haces saber a los demás lo que está bien para ti y lo que no, creas la base necesaria para cultivar una relación sana y significativa

 

Las personas que reaccionan mal a que establezcas límites son las que se aprovechan de que no los tienes. Si al establecer estos límites la otra persona reacciona mal o deja en claro que no puede respetarlos, depende de ti decidir si es sano seguir en esa relación.

 

3 ejercicios para comenzar a establecer límites saludables

Estos ejercicios te pueden ayudar a desarrollar un sentido más fuerte de ti mismo y comenzar a aprender (y sentirte merecedor) de establecer límites saludables.

 

Identifica y honra tus necesidades personales

Cada día pregúntate: ¿Cómo me siento? ¿Qué necesito? Date un momento para conectar con tu cuerpo y reflexionar sobre esto, para que puedas identificar cómo te sientes y honrar la necesidad que tengas. Por ejemplo, si estás estresado, respira profundamente o haz algo que sabes que te ayuda a liberar la tensión; si estás cansado, permítete tomar unos minutos de descanso o una siesta.

 

Si no sabes lo que quieres y necesitas, ¿cómo puedes comunicárselo a los demás y hacerles saber cómo quieres ser tratado y amado? Este ejercicio definitivamente te ayudará con ello.

 

El proceso de identificar y honrar las necesidades personales ayuda a sanar al niño interior herido, y esa es una de las bases más importantes para el amor propio.

 

Identifica y respeta tus preferencias personales

La próxima vez que alguien te pregunte por tu preferencia, elige, por simple que sea. Por ejemplo, si te preguntan a dónde quieres ir o qué quieres comer no digas "cualquier cosa", "me da igual" ni "lo que sea está bien para mí". Oblígate a tomar una decisión, incluso si tu preferencia es mínima hacia una determinada opción.

 

Este ejercicio te ayudará a sintonizar con tus preferencias y volver a cablear el mecanismo predeterminado de decir siempre "sí" o de dejar que los demás decidan por ti. Puede que te resulte incómodo al principio, pero cuanto más lo haces, más fácil se vuelve.

 

Identifica y reconoce lo que te gusta

Escribe 20 cosas que disfrutas (podría ser algo tan simple como comer un chocolate o relajarte en el sofá mientras escuchas música, ves una película o lees tu libro favorito). Esto es importante porque, cuando sabes lo que te gusta (y lo que no), es más fácil establecer límites

 

Este ejercicio también te ayudará a crear un sentido de ti mismo más fuerte y a ser más auténtico, ya que tendrás una imagen más clara de quién eres y de lo que realmente te hace feliz.

 

Imagen de portada: Freepik


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