El 14 de octubre de 2023, ocurrirá un eclipse anular de sol. Este evento astronómico se da cuando la luna se interpone entre la Tierra y el sol, pero no llega a cubrir completamente el disco solar, dejando visible un impresionante "anillo de fuego". Este evento podrá apreciarse en partes de Estados Unidos, México y Sudamérica.
Pero la atracción del eclipse no es solo astronómica; a lo largo de milenios, los eclipses han despertado fascinación como uno de los eventos más ominosos. Estos eventos han sido imbuidos de un profundo simbolismo, a menudo asociado con presagios, cambios y transformaciones. La ocultación del Sol de manera general era considerada un evento aciago, puesto que, aunque sea brevemente, se perdía la luz del astro que sustenta toda la vida en la Tierra. Una muerte ilusoria, si se quiere, pero que entre pueblos religiosos no podía ser más que vista con agonía.
John Milton expresa esta sensación en Paradise Lost:
Un tenue eclipse, desastroso crepúsculo cubre a la mitad de las naciones, y con temor al cambio deja perplejos a los monarcas.
Los eclipses solares tradicionalmente eran considerados una especie de puerta cósmica que marcaba una nueva fase en el tiempo, lo cual, ante monarcas ignorantes o aferrados al poder, podía ser recibido con vehemente resistencia, una especie de heraldo negro cayendo sobre el reino. La palabra eclipse significa "abandono": el hombre es abandonado por las fuerzas del cielo.
En la cultura china antigua, se creía que un eclipse solar era un presagio de desastre o cambio inminente. Se pensaba que un dragón celestial estaba devorando al sol, y los tambores y gongs retumbaban para asustar a la bestia y hacer que regresara la luz.
En la mitología nórdica, los lobos celestiales Sköll y Hati perseguían al sol y la luna, y un eclipse ocurría cuando uno de estos cuerpos celestes era atrapado y devorado. Estos eventos eran vistos como presagios del Ragnarök, es decir, el fin del mundo en la mitología nórdica.
Por otro lado, en las culturas indígenas americanas, los eclipses a menudo se asociaban con la dualidad y el equilibrio. Los Mayas, por ejemplo, veían los eclipses como un momento de reflexión y cambio, una interacción entre las energías del sol y la luna.
En la India, los eclipses se asocian con la mitología hindú, donde se cree que son causados por Rahu y Ketu. Después de que los dioses habían logrado agenciarse el amrita (el néctar) con la intercesión de Shiva y se estaban sirviendo líquido divino, un demonio disfrazado de dios se interpuso entre el Sol y la Luna intentando hacerse del néctar. Vishnu lo detectó y le cortó la cabeza pero el demonio ya había tomado del preciado líquido. Desde entonces se dice que el demonio busca vengarse del Sol y la Luna cuando se acercan.
Este demonio tiene un importante significado astrológico ya que se dice que su cabeza es Rahu y su cola es Ketu, que son como una serpiente con doble apertura a través de la cual el Sol y la Luna emergen luego de ser devorados. Rahu y Ketu son en la astrología védica los dos planetas invisibles que obstruyen la luz de los astros y causan los eclipses.
En la visión de la astrología occidental tradicional los eclipses tienen normalmente un cariz malhadado, sin embargo, también se entiende que cada eclipse toma como significante la configuración celeste del momento en el que ocurre (la relación entre los diferentes planetas y las zonas del zodiaco que atraviesan, creando, por así decirlo, una sintaxis). El momento imprime un cauce, un umbral y una fase en el tiempo del mundo.
En la tradición astrológica, los eclipses son considerados como la apertura de una gran ventana celeste por donde se cuela una poderosa influencia astral, o bien, como signos mayores que anuncian el destino del mundo para los meses inmediatamente posteriores, dependiendo de si tenemos una visión causal o sincrónica de la astrología. Como se trata de conjunciones y oposiciones con paralelo entre las dos luminarias, su significado general es el de un augurio celestial de consecuencias globales.