Diciembre 16, 2020
Paracelso fue un médico, alquimista y filósofo suizo que nació en 1493 y murió en 1541. Además, también fue astrólogo y su principal aportación a la humanidad fue la creación de los primeros medicamentos basados en químicos y minerales.
Las experiencias que tuvo Paracelso dentro de sus investigaciones con diferentes metales, probablemente fueron la base para los descubrimientos de la quimioterapia.
Las siguientes siete reglas de Paracelso te pueden servir de guía para vivir de manera más plena, saludable y, sobre todo, en equilibrio.
Esto requiere respirar, tan a menudo como sea posible, profunda y rítmicamente, llenar bien los pulmones, al aire libre o frente a una ventana abierta. Bebe pequeñas cantidades de agua todos los días, unos 2 litros. Come mucha fruta y mastica la comida tan perfectamente como puedas. Evita el alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos de que, por alguna razón seria, estés bajo tratamiento médico. Bañarse diario debe ser un hábito, pues promueve la dignidad.
Cuando te encuentres con personas calumniosas, con vicios, chismosas, perezosas, vanas o vulgares, huye de ellas. Esta regla tiene una importancia decisiva: se trata de cambiar la trama espiritual de tu alma. Es la única manera de cambiar tu destino, porque esto depende de tus acciones y de tus pensamientos. El caos no existe.
Ayuda a todos los infelices y necesitados cada vez que puedas, pero nunca alimentes a una persona débil. Debes mantener tu fuerza bajo control y escapar de toda forma de sentimentalismo.
Tu alma es un templo que nunca debe ser profanado por el odio. Todos los grandes hombres se han dejado guiar por esa dulce voz interior. No permitas que el odio y el rencor inunden tu cuerpo y mente, ya que estas emociones pueden causarte también daños físicos.
Esto fortalece fuertemente el cerebro y el espíritu y te pondrá en contacto con influencias beneficiosas. En este estado de meditación y silencio a menudo llegan las ideas más brillantes, que a veces pueden cambiar toda una existencia.
Con el tiempo todos los problemas que surjan serán resueltos victoriosamente por una voz interior que te guiará a través de estos momentos de silencio, a solas con tu conciencia. Este es el demonio del que hablaba Sócrates.
Debes abstenerte, como si hubieras hecho un juramento solemne, de referirle a los demás, incluso a los más íntimos, todo lo que pienses, escuches, sepas, aprendas, sospeches o descubras. Por lo menos durante un largo tiempo, debes ser como una casa amurallada o un jardín amurallado. Es una regla de suma importancia.
Nunca creas que estás solo o eres débil, porque hay poderosos ejércitos detrás de ti, que no puedes concebir ni siquiera en sueños. Si te elevas en el espíritu, ningún mal puede tocarte. El único enemigo al que debes temer es a ti mismo. El miedo y la desconfianza en el futuro son las madres fatales de todos los fracasos y atraen las malas influencias y con ellas el desastre.