¿Te ha pasado que postergas tanto tus pendientes, que al final terminas por trabajar a marchas forzadas y bajo muchísima presión? La procrastinación suele ser un problema que te impide trabajar con la eficacia que te gustaría, incluso, hay veces en las que ni siquiera logras completar las tareas más importantes.
En muchos casos, la procrastinación surge cuando más estás abrumado o sobrecargado de trabajo, precisamente porque no tienes la energía para hacer las cosas importantes, entonces te pones a hacer las cosas más pequeñas e irrelevantes, pero que son más fáciles y rápidas.
Así, evades el problema mayor y dejas pasar el tiempo. Desafortunadamente, esto sólo trae consecuencias negativas, como el estrés y la acumulación excesiva de trabajo.
Para ser productivo, hay tres puntos importantes que deben combinarse en tu cerebro:
1. Debes saber exactamente qué tarea vas hacer y por qué vas a hacerla. Por ejemplo, imagina que tienes que escribir un texto o un artículo para un cliente. Necesitas tener claro por qué esta actividad te ayudará a crecer profesionalmente, a obtener más clientes y ganar más dinero. Si no tienes claro todo esto, tu cerebro pensará que esa tarea no es tan importante y empezarás a postergarla.
2. Debes saber cómo hacer esa tarea. Para seguir con el ejemplo del texto, necesitas saber cuál será el tema, de dónde vas a obtener la información, cómo vas a redactarlo y tomar en cuenta el público al que va dirigido para elegir el lenguaje y la estructura que sean más adecuados.
3. Debes querer hacer esa tarea. Si sientes resistencia y no quieres hacerla, pregúntate: ¿realmente quiero hacer esto? Sé honesto, y si la respuesta es “no”, entonces considera si hay otro medio que pueda usar para el mismo efecto. Por ejemplo, en lugar de escribir un texto, podrías elaborar una infografía o un video; o quizás la solución sea cambiar de tema, buscar uno que te resulte más interesante y que también funcione para los objetivos de tu cliente.
La procrastinación ocurre cuando falta alguno de estos tres puntos al abordar una tarea, ya que si no están los tres, es muy probable que pospongas las cosas.
Entonces, cuando te des cuenta de que procrastinas, evita juzgarte y preocuparte. Sé compasivo contigo y comprende que no se debe a que seas perezoso, incapaz o improductivo, sino que existen razones subyacentes que sabotean tu productividad. Así que mejor trata de solucionarlo al preguntarte por qué postergas esa tarea y cuál de los tres puntos mencionados es el que falta.
Si la procrastinación en tu trabajo es algo recurrente y llega el punto en el que te ocasiona problemas por no entregar las cosas a tiempo o por sobrecargarte con los pendientes que arrastras por días o semanas, quizás sea momento de reflexionar si lo que haces ahora es realmente lo que quieres hacer.
Si tu trabajo no te motiva y te hace postergar y postergar todo el tiempo, ¿qué necesitas para recuperar esa motivación? Quizás cambiar de actividades, que tus esfuerzos sean reconocidos, o quizás, en un punto más drástico, podrías considerar cambiar de trabajo si lo que haces ya no te gusta, ya no te llena o ya no está en sincronía con lo que eres y deseas en este momento.
En pocas palabras, para dejar de procrastinar, es necesario que comprendas las razones reales por las que postergas esas tareas que todo el tiempo mueves al final de tu lista de pendientes. Examina cuál de los tres puntos mencionados falta y encuentra la manera de solucionarlo.
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