Seguramente todas las personas, al menos alguna vez en la vida, han comido en exceso. Es normal comer de más a veces, sobre todo cuando se trata de platillos especiales y poco comunes, como los que se suelen preparar para las fiestas de Fin de Año, por ejemplo. Pero cuando el exceso de comida se vuelve algo habitual, podría tratarse del trastorno de sobreingesta compulsiva.

El síntoma principal que puede indicar la presencia de este trastorno es la sensación de no poder evitar comer, aunque no se tenga hambre, así como la dificultad para detenerse una vez que se empieza a comer.

Muchas veces resulta difícil distinguir entre sobreingesta compulsiva y simplemente tener un apetito voraz, pero uno de los indicadores es justamente el apetito. Alguien que come mucho porque así es su apetito, lo hace cuando tiene hambre; en cambio, alguien con sobreingesta compulsiva comerá en grandes cantidades y sin poder parar aun cuando no tenga la sensación de hambre, y al final se sentirá desagradablemente lleno.

Por otro lado, aunque dos terceras partes de los comedores compulsivos son obesos, también hay casos en los que tienen solamente sobrepeso o incluso un peso considerado normal. Esto se debe a que, en muchos casos, la obesidad no se debe al consumo desmedido de comida sino a un estilo de vida sedentario, una dieta desequilibrada o el consumo de porciones excesivas.

Los atracones de comida relacionados con el  trastorno de sobreingesta compulsiva suelen ocurrir una vez a la semana. En esos momentos, la persona siente un impulso incontrolable por comer, lo hace de forma rápida y voraz, e ingiere cantidades excesivas de alimentos. 

Generalmente, estos episodios se dan cuando la persona está sola, debido a la vergüenza que se siente por la cantidad que come. Una vez que se detiene, la persona suele sentirse mal consigo misma, deprimida, con culpa por haber comido tanto o muy avergonzada.

Los científicos desconocen la causa exacta del trastorno de sobreingesta compulsiva, pero consideran que sus orígenes pueden tener bases genéticas, mentales y emocionales, como ocurre a veces con otros problemas como el alcoholismo.

Al trastorno de sobreingesta compulsiva se le suele relacionar con padecimientos mentales como la ansiedad y con problemas emocionales como baja autoestima. Por lo tanto, una vez que se detecta es posible tratarlo con psicoterapia y, en los casos que lo ameriten, con medicación a base de antidepresivos y antiepilépticos.

La mejor forma de prevenir este trastorno es mantener hábitos alimenticios saludables, cuidar la salud mental y emocional, así como fomentar el amor propio y la autoestima y mantener una imagen corporal positiva.

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