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¿Es verdad que se avecina una crisis alimentaria en México?

Mayo 23, 2022

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¿Qué vas a aprender con esta nota?

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  • La declaración del directivo de Monsanto no tiene fundamento

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Recientemente, la empresa Bayer-Monsanto afirmó que existe la posibilidad de que en México se viva una crisis alimentaria derivada de la prohibición que existe en el país para la siembra de maíz transgénico (vigente por decreto presidencial desde 2020).

 

De acuerdo con Nery Echeverría, director comercial de la División Agrícola de Bayer en México, el impedimento para la siembra de semillas transgénicas podría tener un impacto no sólo en el cultivo del maíz que se destina a consumo humano sino también en otros puntos de la cadena en donde dicho cereal interviene, en particular, aquel que se reserva para alimentar ganado de varios tipos (avícola, porcino y vacuno, sobre todo). 

 

“Se va a encarecer y se va a caer la producción, por lo tanto va a afectar al consumidor final en incrementos de costos o en falta de productos para consumo”, aseguró el directivo al respecto. Con todo, cabe mencionar que esta declaración no se encuentra sustentada en algún argumento más allá de la propia afirmación.

 

En contraste, es posible señalar algunos otros factores que sí están incidiendo en limitaciones alimentarias actuales y de los cuales existe evidencia clara.

 

En 2020, por ejemplo, se previó un decremento de 4.5% en la producción nacional de maíz, provocado en buena medida por la sequía registrado el año anterior en la región de Sinaloa. Debido a la falta de lluvias y al descenso en los niveles de las presas derivado de ello, el área de siembra de maíz en Sinaloa se redujo en un 8%, esto es, 450 mil hectáreas de terreno.

Además de los factores ambientales, vale la pena recordar que en México, desde la firma del Tratado de Libre Comercio con America del Norte (TLCAN), se importa aproximadamente el 40% del total de maíz que se consume de manera general, entre 17 y 18 millones de toneladas, las cuales son principalmente de maíz amarillo y transgénico que se destina a la alimentación de ganado.

 

En ese contexto, la compra de maíz se encuentra ahora en la misma situación que otros cereales: encarecida por factores como la pandemia de covid-19 y el conflicto entre Rusia y Ucrania, entre otros.

 

Como vemos, es difícil establecer una relación de causalidad entre la disminución en la producción de maíz en México y el decreto que prohíbe la siembra de maíz transgénico (la cual, cabe decir, se había suspendido en razón de la demanda colectiva interpuesta en 2013), como parece sugerir la información publicada en medios sobre la posibilidad de una crisis alimentaria en el país.

 

También es pertinente recordar que incluso en Alemania, de donde es originaria la empresa Bayer que adquirió a Monsanto en 2018, también está prohibida la siembra de maíz transgénico desde el año 2009, mientras que el uso de glifosato (un herbicida fabricado igualmente por Monsanto y cuya prohibición también está incluida en el decreto mexicano antes mencionado) dejará de utilizarse en 2023.

 

Por otro lado, algunos de los factores de este fenómeno mostrados aquí dejan ver que las semillas desarrolladas por Monsanto tampoco son una solución a esa posible crisis alimentaria que se da en países como Estados Unidos, donde se siembra la mayor parte del maíz genéticamente modificado del mundo, en particular si se toman en cuenta fenómenos sociales que también afectan la circulación global de los alimentos.

 

Recordemos finalmente que, a diferencia del resto del mundo, el origen del maíz está en México, al grado de que incluso ahora en el país se encuentra el banco vivo de semillas más amplio del mundo, es decir, semillas que se conservan porque forman parte de los ciclos de siembra y consumo de la población. A diferencia de otros cultivos, el maíz es de polinización abierta, la cual se realiza una vez que el viento transporta el polen de la planta.

 

La semilla de un maíz transgénico contaminaría las semillas llamadas criollas, entre otros efectos, lo cual conlleva el riesgo tanto de contaminar la reserva biogenética del maíz, como de permitir que una empresa como Bayer-Monsanto reclame la propiedad de las semillas y cosechas que hayan sido contaminadas (como ya ocurre con las semillas desarrolladas en sus laboratorios y patentadas para su uso comercial).

 

En este escenario cabe reflexionar sobre el propósito de esas advertencias cuyo fin parece ser sólo generar pánico, al mismo tiempo que impulsan intereses empresariales que no necesariamente buscan el beneficio de la población o del entorno.

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