Si te preguntaran cuánta agua necesitas para preparar una taza de café, seguramente tu respuesta sería que alrededor de 200 mililitros, que es lo que suele contener una taza promedio. Sin embargo, en realidad se necesitan más de 140 litros, pues además del líquido que se vierte en la taza, la producción de café implica regar la planta, tostarlo y empaquetarlo, y en ese proceso se consumen grandes cantidades de agua.
Al igual que ocurre con el café, la producción de todo tipo de alimentos y la fabricación de toda clase de productos de uso diario implican un gasto de agua, aunque no puedas verla como tal en el alimento o producto final.
A esa agua se le conoce como “agua vitual”, porque no la ves pero estuvo presente en los distintos procesos por los que pasan los alimentos y objetos hasta llegar a tus manos. Por ello, conocer el gasto de agua virtual de lo que usas y consumes día a día, te ayudará a ser un consumidor más consciente y a cuidar mejor el agua.
El agua virtual se refiere a la cantidad total de agua que se requiere para obtener un alimento o producto, lo cual incluye el líquido utilizado durante el cultivo, crecimiento, procesamiento, fabricación, transporte y venta de los productos. Se le llama virtual porque no está presente en los productos finales.
La huella hídrica es toda el agua que una persona utiliza en su vida diaria; además de la que usa en casa para alimentación, higiene personal y limpieza, se considera también el agua necesaria para producir su comida, la utiilizada en procesos industriales para fabricar los productos de uso cotidiano y en la generación de energía, así como la que se ensucia y contamina a través de esos mismos procesos.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), una persona requiere de alrededor de 100 a 120 litros de agua al día (unas 5 o 6 cubetas grandes) para satisfacer sus necesidades, tanto de consumo como de higiene personal y limpieza de la casa.
Para conocer la huella hídrica de una persona, a estos 100 o 120 litros se debe sumar el agua virtual de todos los alimentos que consume y los productos que usa, como ropa, calzado, dispositivos eléctricos y electrónicos, artículos de papelería, etcétera.
De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), el 86% de la huella hídrica de un mexicano consiste en productos alimenticios y bebidas, 6% de otros productos agropecuarios (pieles y algodón, principalmente), 5% de consumo doméstico y 3% de productos industriales.
En casa, por ejemplo, para una ducha se gastan entre 50 y 100 litros, mientras que al lavarse los dientes con el grifo abierto se desperdician de 5 a 10 litros por minuto, por lo que es recomendable cerrar la llave mientras te enjabonas y mientras cepillas tus dientes.
De acuerdo con el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior (CICESE) de Ensenada, Baja California, el agua que se requiere para fabricar un paquete de 500 hojas de papel equivale a unos 5 mil litros, mientras que para elaborar una camiseta de algodón se necesitan 2 mil litros.
Ya que cada alimento y producto implican un gasto de agua virtual diferente, la huella hídrica de cada persona depende mucho de sus hábitos de consumo. Por ejemplo, para producir una hamburguesa se requieren 2 mil 400 litros de agua, que van desde la crianza de la vaca y el cultivo de vegetales y granos para producir el pan, hasta su traslado al lugar donde será preparada y consumida.
Esto quiere decir que, cuando alguien come una hamburguesa, consume el requerimiento diario de agua de 24 personas, lo cual es demasiado para un solo alimento.
De igual manera, quienes llevan una dieta basada mayoritariamente en carne, tienen una huella hídrica mayor que los veganos o quienes consumen carne con moderación. Para que te des una idea, el agua que requiere la crianza de una sola vaca para consumo es de más de 3 millones de litros.
Lo mejor para reducir la huella hídrica es preferir los alimentos locales, reducir el consumo de carne y evitar el desperdicio de comida. Además, es importante tomar en cuenta el ciclo de vida de los productos que se adquieren y usan, así como el agua necesaria para su producción, reparto y deshecho.
Con información de Conagua, Ecoblog y gob.mx
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