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Entérate cómo no desaprovechar los nutrientes de ciertos vegetales

Septiembre 18, 2018

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¿Qué vas a aprender con esta nota?

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  • Cuáles vegetales conviene no cocinar

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  • Las propiedades nutricionales de ciertos alimentos

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  • Tips para combinar verduras de distintas maneras

La cocina es cautivadora. Ocupa una parte fundamental de los rituales cotidianos pararse ante la barra y la tabla de picar, ante la estufa y la sartén. No queda duda de que cada vez más todo el mundo se interesa por lo que come; la manera en que sus alimentos son procesados, su procedencia e incluso hasta sus composiciones moleculares son temas de interés, ya que de ello depende en gran medida la salud.

 

Sin embargo, también es cierto que una buena parte de las enseñanzas culinarias proviene de la transmisión oral o de la imitación de lo que se ve en la propia cocina, y pocas veces se cuestiona si la manera de preparar los alimentos es la ideal. ¿Sabías que hay ciertos vegetales que conservan la totalidad de sus propiedades cuando no se cocinan? Es decir, cuando se opta por comerlos crudos, resultan mucho más benéficos que si han sido sometidos al fuego o al agua caliente.

 

De la lista de lo que es preferible no cocinar con calor porque sus nutrientes se conservan mejor en crudo, destacan:

 

- Zanahorias. Las zanahorias, altas de vitamina A y betacaroteno, son deliciosas mientras más crujientes, además de que de este modo la vitamina no se diluye al ser hervida. También una buena alternativa es el jugo de zanahoria, directo del extractor y sin dejar pasar más de 10 minutos para beberlo.

 

- Chayotes. Por lo general es extraño encontrar platillos que incluyan rebanadas de chayote crudo debido a que esta manera de comerlo no es muy popular, pero debemos decirte que su sabor no es nada desagradable, además de que sus concentraciones de vitamina C y antioxidantes se mantienen intactas. Pruébalo en alguna ensalada o como guarnición para cualquier guisado caliente.

 

- Pimiento. El pimiento verde es uno de los vegetales que más sabor tienen cuando se comen crudos. De hecho, al cocinarlo o freírlo pierde más del 30% de su sabor, que suele ser muy particular: un punto medio entre lo ácido y lo fresco (como la jícama) y con un ligero tono de picor.

 

- Chícharos. En general los chícharos no tienen un sabor muy pronunciado, por lo que casi no notarás la diferencia entre comerlos crudos o guisados, así que mejor opta siempre por la primera opción. Prefiere el chícharo comprado al natural, en vez de los previamente embolsados y refrigerados.

 

- Cebolla. La cebolla se caracteriza por su fuerte sabor y por dejar un no muy agradable aliento al comerla cruda, pero sus propiedades en este estado son magníficas, pues contiene altas cantidades de vitamina A, C, B6 y E, además de ser antiséptica y antibiótica. La cebolla cruda ayuda a disminuir los niveles de azúcar en la sangre.

 

- Jitomate. El potasio que contiene el jitomate se aprovecha mucho mejor en rebanadas crudas o en jugo combinado con algún otro vegetal, como el apio y la piña. Además, al cocinar el jitomate casi siempre termina convertido en salsa y te pierdes la sensación y frescura de darle una buena mordida.

 

- Brócoli. Sí se acostumbra comer crudo el brócoli en algunas ensaladas, aunque en la mayoría de los casos se hierve, pues podría resultar un poco duro de masticar. Sin embargo, puedes aprovechar perfectamente la parte superior para comerla cruda y asimilar al máximo sus vitaminas A, C, niacina, calcio y sobre todo, fibra dietética.

 

- Jengibre. Aunque el té de jengibre es una de las bebidas más famosas por su alto contenido de vitamina C, ideal para combatir casi cualquier tipo de afección respiratoria, si quieres ver potenciado su efecto, nada mejor que rayar o cortar en trozos muy pequeños la pulpa del jengibre crudo y esparcirlos en alguna ensalada fresca. Al principio podría parecerte fuerte el sabor, pero es muy fácil adquirirle el gusto.

 

Ahora que ya lo sabes, la recomendación es que cuando estés ante alguno de estos alimentos te preguntes si hay posibilidad de comerlo crudo, sin pensar tanto en su sabor sino, más bien, en el beneficio que le harás a tu organismo. Y si la respuesta es afirmativa, ¡adelante! Verás que con la constancia aprenderás a disfrutarlos frescos y crujientes.


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