A veces, cuando la vida se pone difícil, la mente trabaja de una forma extraña, pues, en lugar de enfrentar el desafío, inconscientemente tergiversa la historia interna de lo que está sucediendo para cambiarla a algo más cómodo, controlable y fácil de manejar. En psicología, estas estrategias mentales se conocen como mecanismos de defensa.
Los mecanismos de defensa son comportamientos inconscientes o estrategias psicológicas que las personas utilizan para evitar experimentar ansiedad, incomodidad o amenazas al ego. Los ejemplos comunes de mecanismos de defensa incluyen negación, proyección, racionalización y supresión, entre muchos otros.
Por lo general, las personas no son conscientes de que usan estos métodos de autoprotección. Además, debido a que son adaptaciones de supervivencia, sería un error decir que los mecanismos de defensa son malos, incorrectos o poco saludables.
El concepto de mecanismos de defensa proviene de la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud y fue desarrollado con mayor detalle por su hija, Anna Freud, quien, en 1937, publicó su libro El yo y los mecanismos de defensa, donde describe los 10 principales mecanismos a los que recurren las personas.
La psicología detrás de los mecanismos de defensa comienza con la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud, que se basa en la idea de que la personalidad de un individuo tiene tres componentes: id (ello), ego (yo) y superego (superyó).
El id es la parte primaria, que busca satisfacer tus deseos e impulsos más básicos, mientras que el superego es la parte que se preocupa por defender la moralidad y las normas sociales. El ego es la parte realista, que intenta satisfacer, moderar y equilibrar las necesidades del id, el superego y la realidad.
En el marco psicológico freudiano, los mecanismos de defensa son métodos utilizados por el ego para protegerse contra la ansiedad de lidiar con las demandas competidoras, a menudo incompatibles, del id y el superego. Cuando surgen situaciones en las que el id, el superego y la realidad están en conflicto, el ego intenta protegerse de la incomodidad que esto le genera, a través de los mecanismos de defensa.
En otras palabras, la mente subconsciente intenta proteger a la mente consciente para que no se dé cuenta de los sentimientos incómodos, de modo que el individuo pueda continuar su vida normalmente, con la menor interrupción posible.
Las personas usan mecanismos de defensa para protegerse de sentimientos difíciles o no deseados, aunque por lo general no es una decisión consciente. La mayoría de los mecanismos de defensa se suelen aprender en la infancia, y son una gran parte de lo que ha ayudado al ser humano a sobrevivir experiencias físicas, emocionales y psicológicas difíciles o abrumadoras.
Existen diferentes tipos de mecanismos de defensa, que van desde los más primitivos y neuróticos hasta los maduros y adaptativos. El extremo más saludable del espectro podría describirse como aquellas estrategias de afrontamiento positivas, mientras que el otro extremo representa la desregulación emocional, los comportamientos disfuncionales de autoprotección y un alto conflicto interno.
Estos son algunos ejemplos de mecanismos de defensa y cómo se utilizan.
1. Proyección. Proyectar es tomar una cualidad negativa de uno mismo y atribuírsela a otra persona. Por ejemplo, una persona derrochadora que critica constantemente a otra por ser irresponsable con el dinero, o una persona con inseguridades sobre su cuerpo que las proyecta al hacer comentarios críticos sobre la apariencia de los demás.
2. Desplazamiento. Es otra forma de redirigir los sentimientos lejos del objetivo correcto. En este caso, la reacción emocional se transfiere de una persona o situación a otra, como cuando una persona tiene un conflicto en el hogar y descarga sus frustraciones con sus compañeros de trabajo, o viceversa.
3. Negación. Es cuando alguien se niega a aceptar la realidad, como cuando una persona se niega a aceptar que su pareja le está engañando, a pesar de las evidencias claras que pueda tener ante sus ojos.
4. Represión. Es un mecanismo de defensa en el que la mente subconsciente bloquea sentimientos, eventos o recuerdos desagradables. Los recuerdos se reprimen para protegerse del trauma, como cuando un sobreviviente de un evento traumático no puede recordar los detalles reales de lo que le sucedió, a pesar de que estaba consciente en ese momento.
5. Supresión. Es similar a la represión, excepto que se hace de manera más consciente. Una persona puede optar por suprimir recuerdos, ideas o sentimientos difíciles, tratando de sacar estos pensamientos de su mente. Se da, por ejemplo, cuando las personas intentan reprimir sus emociones para evitar tener que lidiar con ellas.
6. Regresión. Es un mecanismo de defensa en el que una persona vuelve a una etapa de desarrollo anterior cuando se enfrente a ciertos tipos de situaciones estresantes, como una persona que comienza a comportarse infantilmente ante el rechazo o cuando un adulto recrea el comportamiento adolescente en torno a sus padres controladores.
7. Racionalización. Puede tomar muchas formas, pero se refiere a cuando una persona trata de justificar un comportamiento inaceptable, utilizando la lógica o la razón, en lugar de reconocer las verdaderas razones por las que hizo alguna cosa. Por ejemplo, alguien que engañó a su pareja podría tratar de justificar sus acciones diciendo que fue culpa del alcohol o porque su pareja no le da lo que necesita, así que lo buscó en alguien más.
8. Intelectualización. Aquí, las personas se enfocan demasiado en los aspectos intelectuales de un problema para evitar lidiar con las partes emocionales del mismo. Un ejemplo podría ser hablar intelectualmente sobre el ciclo de la vida y la muerte, cómo nadie escapa de él y cómo todos envejecen y mueren, cuando alguien te pregunta cómo te sientes acerca de la muerte de un ser querido.
9. Formación reactiva. Se refiere a cuando una persona reemplaza su reacción inicial hacia una situación con sentimientos o comportamientos opuestos, en un intento de ocultar cómo se siente realmente. Por ejemplo, alguien puede ser demasiado amable con otra persona que secretamente le disgusta, o puede reírse cuando en realidad siente molestia o incomodidad ante una determinada situación.
10. Sublimación. Es la canalización de las propias emociones o impulsos hacia algo más útil o seguro, como una persona que se practica deportes para liberar el estrés y la agresión, o alguien que transmuta la tristeza para poner en marcha proyectos creativos. En realidad, esto puede ser un mecanismo de afrontamiento saludable cuando se implementa conscientemente.
11. Distracción. A veces se recurre a las distracciones como un mecanismo de defensa, como cuando navegas por largo rato en redes sociales, sitios de internet o plataformas de streaming para distraerte del estrés y las preocupaciones de la vida diaria.
12. Agresión pasiva. Ser pasivo-agresivo significa que se evita la confrontación directa, mediante el uso de formas de comunicación menos directas para expresar emociones negativas. Las personas usan el comportamiento pasivo-agresivo porque no se sienten cómodas con ser honestas acerca de cómo se sienten, ya sea porque generalmente se sienten incómodas con sus emociones o porque esperan que la otra persona no sea receptiva a sus verdaderos sentimientos.
13. Humor. Así es, incluso el humor puede usarse como un mecanismo de defensa, como cuando las personas hacen bromas sobre un evento traumático o trágico para evitar tener que sentir el dolor o la tristeza asociados con él. El humor se suele usar como una forma de desviarse de la ansiedad, inseguridades y problemas cotidianos en general.
14. Evitación. Se da cuando alguien elige evitar personas, lugares o experiencias que estén asociadas con sentimientos negativos, para no tener que lidiar con ellos. Por ejemplo, una persona con problemas de abandono podría evitar las relaciones por completo para no tener que lidiar con el miedo o la tristeza de ser abandonada. Este es un comportamiento común entre aquellos con un estilo de apego evitativo.
15. Compensación. Una persona puede enfocarse en sobresalir en un área de su vida para distraerse de aquellas que siente que le faltan. Por ejemplo, alguien que siente que está fracasando en su vida romántica puede compensarlo volcando toda su energía en el desarrollo profesional.
Con frecuencia, los mecanismos de defensa te impiden comprenderte por completo a ti mismo y enfrentar situaciones difíciles de manera saludable. Incluso, esos mecanismos pueden contribuir a que surjan complicaciones en las relaciones, además de problemas emocionales y físicos, en los que puedes experimentar síntomas de ansiedad o estrés sin darte cuenta.
Además, la desconexión entre lo que reconoces y lo que realmente estás experimentando puede crear sentimientos de tensión, tanto emocional como físicamente, que pueden causar incluso más incomodidad que si en realidad enfrentaras tus sentimientos y emociones verdaderos. Por ello, cuanto más consciente te vuelves de tus defensas, más opciones tienes para hacer otra cosa en lugar de usarlas inconscientemente.
Hay muchas maneras de desarrollar una mejor conciencia de uno mismo. Luego, desde ese lugar de conciencia, puedes pasar a aprender formas nuevas y más saludables de lidiar con el estrés, en lugar de depender de los mecanismos de defensa que, en su mayoría, hacen más daño que bien a tu estabilidad mental y emocional.
Puedes apoyarte con la guía de un terapeuta para hacer conscientes los mecanismos de defensa que aplicas y aprender a sustituirlos por otras formas de protegerte, que sean más saludables y que te permitan reconocer y experimentar tus emociones sin negarlas, evadirlas ni ocultarlas.
Aprender a reconocer nuestros mecanismos de defensa puede ser un proceso revelador, humillante e incluso aterrador. Estos comportamientos subconscientes a menudo nos han mantenido a salvo de situaciones difíciles a lo largo de los años, por lo que abandonarlos puede ser una tarea aterradora. Pero cuanto más podamos comprendernos verdaderamente a nosotros mismos y nuestros sentimientos, más fácil será saber qué debemos hacer para cuidarnos verdadera y completamente.