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¿Qué es y cómo afecta el síndrome del superviviente?

Septiembre 19, 2018

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¿Qué vas a aprender con esta nota?

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  • Los síntomas que caracterizan al síndrome del superviviente

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  • Las situaciones que lo ocasionan

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  • Recomendaciones para sobrellevarlo y superarlo

Este mes se cumple 1 año de que ocurrieron los sismos del 7 y 19 de septiembre, que en el 2017 ocasionaron daños considerables y pérdida de cientos de vidas en la Ciudad de México y los estados de México, Puebla, Morelos, Guerrero y Oaxaca.

 

Pero además de las pérdidas humanas y los daños materiales, este tipo de eventos provocan afecciones emocionales y mentales, como crisis nerviosas, estrés, pánico, angustia y ansiedad. 

 

Además, cuando pasa la crisis inicial y se empieza a cobrar conciencia de la magnitud de los daños, algunas personas pueden llegar a padecer el llamado síndrome del superviviente, que se da cuando alguien sobrevive a hechos catastróficos, como accidentes, desastres naturales y conflictos bélicos, en los que otras personas, conocidas o no, perdieron la vida

 

En el caso de los terremotos, los efectos del síndrome del superviviente son mayores cuando la persona afectada se encontraba en un inmueble que se derrumbó, cuando presenció los derrumbes de cerca, cuando alguno de sus seres queridos, compañeros o conocidos murieron en ellos, o cuando perdió su casa o sus bienes a causa del sismo.

 

¿Cuáles son los síntomas del síndrome del superviviente?

El síndrome del superviviente se caracteriza por un sentimiento de culpa de las personas que sobreviven, ya que tienen la sensación de que pudieron haber hecho algo para evitar la muerte de quienes fallecieron y de que no hicieron lo suficiente para ayudar. Además, se cuestionan por qué ellos tuvieron la posibilidad de seguir vivos, mientras tantos otros murieron.

 

Asimismo, quienes lo padecen presentan angustia y miedo constantes. Debido a esto, sus hábitos de sueño pueden cambiar, ya sea que no puedan dormir por el temor de que ocurra un terremoto en la noche, o que duerman más de lo normal debido al agotamiento mental y emocional que les ocasiona la angustia permanente.

 

Estos sentimientos empeoran porque los afectados reviven constantemente la experiencia traumática en su mente. Estos recuerdos se dan como imágenes que llegan repentinamente a la memoria en cualquier momento del día, o a través de sueños en los que se recrean los hechos de una forma muy realista. 

 

Todo esto también provoca dificultad para concentrarse y realizar las actividades cotidianas con normalidad, ansiedad crónica, fatiga, inestabilidad emocional, aislamiento social, irritabilidad, tristeza, desesperanza y falta de motivación.

 

¿Qué hacer para superar el síndrome del superviviente?

Luego de vivir un evento catastrófico es necesario vivir un proceso de duelo, en el que se reconozcan y acepten las emociones que lo acompañan para poder superarlas y liberarlas. 

 

Los expertos en psicología recomiendan que en ese proceso se cuente con el apoyo y la compañía de las personas más cercanas, como la familia, la pareja y los amigos, para hablar con ellos al respecto y compartir las emociones, temores y sentimientos que se experimentan. 

 

A la par, es recomendable regresar a las actividades cotidianas lo antes posible, para mantener la mente ocupada y evitar recordar constantemente lo ocurrido.

 

También es importante estar consciente de que los fenómenos naturales y sus consecuencias no se pueden evitar ni controlar, pero sí se pueden tomar medidas preventivas.

 

Como parte de esa actitud preventiva y para tener una mayor seguridad, es necesario crear un plan de acción para evacuar de forma ágil y segura la casa o el lugar de trabajo cuando sea necesario, y realizar acuerdos para comunicarse y encontrarse con los seres queridos cuando ocurra una catástrofe. 

 

Cada persona tiene distintos procesos para procesar las tragedias y los duelos y, de acuerdo con el estado mental y emocional de cada afectado, el síndrome del superviviente puede disminuir y desaparecer en algunas semanas o tomar más tiempo. 

 

Algo que es de mucha ayuda es practicar actividades que relajan y liberan el estrés, como la meditación, el yoga o alguna actividad física que se disfrute, incluso la práctica del sexo. 

 

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De no presentar mejoría en un tiempo razonable y si los síntomas y el malestar emocional persisten, lo ideal es buscar ayuda profesional para que el síndrome sea tratado por medio de terapias y, de ser necesario,  con medicamentos. 

 

Con información de El Botiquín y Mi Ambiente


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