¿Alguna vez tus amigos, pareja o familiares te han dicho que siempre reaccionas a la defensiva? Quizás no te des cuenta de ello, porque lo haces de manera inconsciente, pero puede que estén en lo cierto.
Cuando estás a la defensiva, tu reacción ante situaciones neutrales o incluso positivas es negativa y agresiva, como si se tratara de una amenaza.
Por ejemplo, si te encuentras con alguien y te dice “¡Qué bien te ves hoy!”, y en lugar de alegrarte o dar las gracias, tu respuesta es algo como “Ah, entonces quieres decir que siempre me veo mal”, eso es un claro indicio de una actitud a la defensiva.
Pero, ¿por qué sucede esto? Las principales razones son la inseguridad y el miedo a ser lastimado por los demás, lo cual genera desconfianza ante todo, te hace percibir el mundo como un lugar hostil y a quienes te rodean como enemigos que representan una constante amenaza.
Así, la respuesta a la defensiva se convierte en un mecanismo que trabaja inconscientemente para mantenerte a salvo del rechazo y el daño que temes los demás puedan ocasionarte.
Sin embargo, el resultado es todo lo contrario, pues este tipo de actitudes sólo hacen que la gente se aleje de ti, y si tus respuestas son agresivas, también pueden generar agresividad de tu contraparte.
La próxima vez que alguien te comente que estás actuando a la defensiva, evita enojarte y mejor trata de analizar tu comportamiento y tus palabras, para saber si realmente lo estás haciendo y tratar de corregirlo.
Algunas señales de que estás a la defensiva son las siguientes:
Cuando estás a la defensiva, es porque reaccionas a las situaciones actuales, con la carga emocional del pasado -en el que quizás otras personas te han lastimado-, y esto te hace anticipar una amenaza, que probablemente ni siquiera exista.
Para dejar de reaccionar así, es importante que aprendas a dejar el pasado atrás, a perdonarte y perdonar a quienes te han herido. Además, debes empezar a tener más confianza en ti y, poco a poco, también en los demás.
Por otro lado, en lugar de suponer que todos son una amenaza, empieza por darte la oportunidad de conocerlos y preguntar lo que necesites saber, sin suponer o prejuzgar.
Así, podrás expresar de manera clara y abierta cuando alguna actitud de los otros te moleste y aprenderás a defenderte, cuando sea necesario, de una manera diferente, dialogando sin necesidad de atacar o agredir.