Si tienes gatos o alguna vez has convivido con uno, es probable que antes de conocerlo bien te hayas ganado un arañazo al acariciarlo. Y es que, aunque los mininos adoran los apapachos y las muestras de cariño, definitivamente sus gustos son muy distintos a los de los perros, así que si haces algo que no les agrada, su respuesta a veces puede ser lanzar una mordida o un zarpazo.
La razón de este comportamiento se puede encontrar en los antepasados del gato doméstico, los cuales probablemente se utilizaban únicamente para el control de plagas y no tanto como mascotas, así que la interacción y el contacto físico con sus dueños eran escasos o nulos.
En la actualidad todo es muy distinto, pues, al igual que los perros, los mininos que fungen como mascotas han pasado a ser considerados parte de la familia y reciben mucho amor de parte de sus dueños.
Sin embargo, a pesar de que la convivencia entre humanos y gatos como mascotas ya tiene alrededor de 4 mil años, los felinos domésticos todavía conservan mucha de la información genética de sus ancestros, de modo que sus cerebros todavía están programados para pensar como un gato salvaje.
Entonces, algunos gatos, sobre todo aquellos con tendencias a ser más solitarios y huraños, pueden llegar a sentirse abrumados con las efusivas muestras de afecto que en ocasiones tienen las personas hacia ellos. Y todo empeora si, además de empalagarlos con amor en exceso, se les toca en sitios que no les gusta o de una forma en que no les resulta agradable.
Si a tu vida acaba de llegar un gato o estás pensando en adoptar a uno, es importante que sepas lo que le gusta y lo que no, para evitar dolorosas sorpresas de parte de sus filosas garritas.
En primer lugar, debes tener claro que con los gatos el amor no es a la fuerza ni cada vez que quieras, sino cuando ellos lo buscan. Así, debes aprender a leer sus señales para saber si quiere o no recibir afecto, conocer las partes de su cuerpo en las que le gusta y disgusta ser tocado, así como el tiempo que deben durar las caricias (sí, en definitiva, los gatos son mucho más complicados que los perros, que pueden permanecer horas tirados para que les rasques la panza).
Como regla general, a la mayoría de los gatos les encanta que les toquen alrededor de las zonas en las que se localizan las glándulas faciales, como la base de las orejas, bajo la barbilla y cerca de las mejillas. Por el contrario, no disfrutan tanto del contacto en la barriga, el lomo y la base de la cola.
Y respecto al tiempo que debe durar el contacto físico con ellos, pues son ellos son quienes lo deciden, ya sea al apartarse de ti o mediante algunas de las siguientes señales, que te indican si lo que haces es de su agrado o no.
Signos de disfrute del gato:
Signos de rechazo o tensión:
Lo más importante en la convivencia con un gato es respetar los límites que establece su interior salvaje, aunque eso signifique privarse de tocar la suavidad de su pelaje con la frecuencia que quisieras y limitarte a admirar su belleza desde lejos.