Es normal que en el trabajo haya días pesados, pero si de pronto sientes que acabas la semana más agotado de lo normal y las jornadas laborales te parecen eternas y extenuantes, tal vez debas hacer algunos pequeños cambios en tu rutina diaria.

Para empezar, debes evitar pasar sentado todo el tiempo que estás en la oficina. Lo ideal es que cada hora te levantes y camines aunque sea 2 minutos. Puedes ir por agua, salir a dar la vuelta a la manzana o si estás en un edificio, subir y bajar algunas escaleras. 

Lo importante es que te pongas en movimiento para que tus músculos se activen, para que la sangre circule adecuadamente por todo tu cuerpo y para que tu mente se despabile y pueda concentrarse mejor.

También es necesario que salgas de las cuatro paredes de tu oficina o cubículo. Si eres de los que acostumbra comer en el escritorio, es hora de dejar ese hábito. 

Si llevas comida, ve al comedor y convive un rato con tus compañeros y, de preferencia, al menos 1 día a la semana sal a comer a la calle. Para esto no necesitas romper con tus hábitos alimenticios equilibrados, puedes buscar algún lugar con alternativas ricas y saludables.

Otra opción es que aunque tú hayas llevado tu comida de casa, acompañes a alguien que vaya a salir a comprar algo, con el único propósito de salir al aire libre y dejar de estar todo el tiempo en la oficina.

Y si en el lugar en el que trabajas hay un jardín o terraza donde puedas disfrutar de tus alimentos al aire libre, aprovéchalo y date el tiempo adecuado para comer y relajarte un momento.

Salir de tu lugar de trabajo en medio de la jornada laboral te ayuda a estirar las piernas, respirar un poco de aire fresco, darle un descanso a tus ojos que pasan horas frente a una pantalla, ver la luz natural, dejar que tu piel se exponga un rato al sol, darle un descanso a tu mente y despejarla.

Haz la prueba y verás cómo tu bienestar mental (e incluso físico) en el trabajo mejora considerablemente.

Con informacion de Well and Good