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Cómo las emociones afectan tu digestión y qué puedes hacer al respecto

Mayo 30, 2016

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La depresión, preocupación, nerviosismo, ansiedad, tensión y otros estados negativos están basados en una emoción primaria: el miedo. La preocupación es el miedo a lo desconocido, la ansiedad, miedo sobre las situaciones que se presentarán, la tensión es miedo a las demandas hechas por otras personas, el nerviosismo es miedo a no poder manejar adecuadamente las responsabilidades de la vida diaria. 

 

Cuando los hombres primitivos experimentaban miedo, usualmente su primer reacción era correr para alejarse de aquello que lo asustaba. De la misma manera en que los animales huyen de los incendios o los depredadores. Sin embargo el ser humano en la actualidad experimenta miedos sobre los aspectos intangibles de la vida. La mayoría de sus miedos no se encuentra en el mundo exterior sino en su mundo interior, de tal manera que la solución de salir corriendo para huir de ellos no es realmente una solución. 

 

A pesar de que la fuente de nuestra preocupaciones haya pasado del mundo concreto al intangible, la respuesta física a dichos miedos no ha cambiado en millones de años. El pánico es una manifestación extrema del miedo y si vemos en las reacciones del cuerpo que acompañan a esta emoción podremos aprender algo sobre cómo las emociones afectan la digestión.  

 

En el momento en que el organismo percibe una amenaza a través del miedo se desencadenan una serie de eventos que afectan cada célula. En primer lugar el hipotálamo, una glándula que se encuentra cerca del cerebro libera hormonas para estimular el organismo. Las glándulas suprarrenales también se activan para secretar una serie de hormonas que activará varias respuestas en el organismo. Los vasos sanguíneos de la piel y el sistema digestivo se constriñen para que la sangre vaya directamente a los músculos de los brazos y piernas, de tal manera que el cuerpo esté preparado para correr o defenderse. 

 

Al mismo tiempo el baso secreta una gran cantidad de glóbulos blancos al torrente sanguíneo anticipando cualquier lesión. El hígado  también libera glucosa que pretende suplir las demandas de energía de este sistema en alerta. Cuando sentimos miedo la boca se seca y las fosas nasales se dilatan para oxigenar más eficientemente el cuerpo. Si la emoción es extrema el gas se desplaza hacia abajo forzando la evacuación de orina o excremento para aligerar el cuerpo y facilitarle la huida. Estas mismas reacciones ocurren aunque en un nivel más bajo cuando la fuente del miedo es intangible.  El problema con respecto a la digestión en presencia de esta moción es que los alimentos no pueden ser digeridos, absorbidos y asimilados apropiadamente en su presencia. 

 

Por otro lado las emociones positivas también tienen un efecto en los procesos fisiológicos del cuerpo. Cuando nos sentimos alegres, relajados y felices, raramente nos enfermamos. De hecho uno de los resultados es una mejor digestión. Cuando nos sentimos positivos sobre nosotros y nuestro entorno somos capaces de disfrutar más nuestra comida y esto permite que se asimile mejor. Además nuestros estómago y otros órganos involucrados están menos tensos lo cual les permite realizar su labor con mayor facilidad. Por lo cual debemos esforzarnos en crear un condiciones propicias para la digestión cuando nos sentamos a la mesa, dar gracias por los alimentos, rodearnos de compañía agradable o un lugar que nos causa emociones positivas puede ayudarnos  en este sentido.Además reírse después de haber comido permite a los alimentos realizar un mejor tránsito digestivo.  ¿Tú cómo te sientes? ¿Crees que tus emociones están afectando tu digestión?

 

Con información de Raw Food Explained 

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