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¿Tu necesidad de control afecta tus relaciones? Esto te interesa

Junio 11, 2021

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  • Problemas que causa la necesidad de control en las relaciones

Honestamente, todos, o al menos la mayoría de las personas, hemos sido controladores al menos alguna vez; y es que, ¿a quién no le gusta que las cosas se hagan a su gusto y a su manera?

 

Sin embargo, especialmente cuando se trata de relaciones interpersonales (y más aun en las de pareja), es muy importante y necesario soltar esa necesidad de control; ya que toda relación involucra dos partes y se deben considerar las necesidades y el sentir de ambas, tanto en la dinámica de la misma como en la toma de decisiones que afecten a los involucrados.

 

Por esta razón, asumir regularmente una postura controladora puede causar problemas y conflictos en las relaciones. Cuando una de las partes insiste en hacer siempre las cosas a su manera, resulta algo agotador para todos. 

 

Para poder tener relaciones más saludables y felices, es necesario que la persona que suele querer tener el control lo acepte y lo reconozca, y que haga un ejercicio de reflexión para entender por qué tiene ese impulso de controlar a los demás, y así poder superarlo. 

 

Si no se detiene, la necesidad de controlarlo todo puede causar los siguientes problemas en las relaciones:

 

Falta de reciprocidad. Cuando sólo te enfocas en tus propios deseos y necesidades, les comunicas claramente a los demás que los suyos no importan; les envías el mensaje de que lo que tú quieres es más importante que lo que ellos quieren. Por ello, debes dar espacio para que tus seres queridos comuniquen sus deseos y hagan un esfuerzo por escuchar sus pensamientos y sentimientos genuinamente.

 

Falta de equilibrio. Cuando actúas de manera tan autocrática, los desequilibrios en la forma en que te relacionas a menudo se imponen. Si tu pareja nota que siempre te aferras a hacer las cosas que quieres y del modo que las quieres, aunque no esté de acuerdo, es posible que surjan conflictos, o que prefiera darte por tu lado para evitar discusiones, pero con el tiempo, se alejará y terminará por hartarse. Esa falta de equilibrio y equitatividad causa insatisfacción y resentimiento.

 

Sensación de molestia y frustración. Cuando tomas el control, no necesariamente es con una mala intención, de hecho, muchas veces es todo lo contrario y detrás suele haber buenas intenciones. Pero al asumir lo que los otros quieren o lo que es mejor para ellos, cometes el error de hacer cosas que, por muy bienintencionadas que sean, no son de su agrado. Entonces te molestas si no reconocen tu esfuerzo, y más aún si te lo recriminan. Por eso, lo mejor es evitar suponer y hacer las cosas sin consultar, y mejor dialogar y poner claro lo que cada uno desea.

 

Sentido de uno mismo dañado. Las relaciones controladoras son relaciones tóxicas para todos los involucrados. La persona que es controlada puede verse a sí misma como inadecuada, al creer que es incapaz de hacer mucho y al no ser considerada, escuchada ni respetada en la toma de decisiones. Por otro lado, la persona controladora, puede llegar a sentirse mal consigo misma al darse cuenta de su egoísmo y autoridad. Cuando sus seres queridos se distancian debido a su constante necesidad de control, se pueden sentir rechazados e inseguros. Por eso, hay que hacer todo lo posible por cambiar el control por colaboración.

 

Es claro que la necesidad de tener siempre el control y de no tomar en cuenta las necesidades, sentimientos y pensamientos de la otra persona involucrada puede arruinar las relaciones en todos los ámbitos y niveles, pero más aun cuando se trata de relaciones de pareja, debido al apego que se genera y a la convivencia más frecuente y cercana. 

 

Para evitarlo, es necesario soltar esa necesidad de control, tener en cuenta la reciprocidad al proponer y tomar en cuenta las sugerencias del otro, exponer las propias ideas y escuchar las de los demás, así como dar la misma importancia a los deseos y necesidades propios que a los del otro. Además, es importante dialogar, escuchar con atención y hablar con honestidad. 

 

Imagen de portada: Freepik


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