Nuestro planeta es el único planeta que sabemos que es habitable, pues posee las características y recursos necesarios para serlo. Sin embargo, nuestros recursos son finitos, por más que la evolución y la tecnología nos hayan llevado a comprender y concebir de una manera más inteligente el uso de las materias primas con las que contamos. Por eso es importante que establezcamos reglas y métodos para aprovechar de una forma más económica todos los elementos que contiene la Tierra. Existen directrices que marcan el rumbo de cómo debemos emplear los minerales y combustibles que necesitamos. Hay argumentos y conocimientos para que este mundo emplee audazmente su capital y podamos así continuar nuestro desarrollo durante muchos años, quién sabe si hasta la eternidad.
Todo aquello que desechamos puede ser utilizado nuevamente; hemos creado para ello una disciplina científica conocida como ecología. La ecología se fundamenta, entre otras cosas, en la “regla de las tres erres”, que no es otra cosa que un procedimiento que nos permite extender la vida de los insumos. Que podamos extender la vida útil de los insumos significa que los recursos planetarios pueden tornarse imperecederos hasta cierto punto. Esto no es difícil de comprender, pues en la vida cotidiana y doméstica lo hacemos: usamos la ropa una y otra vez, usamos los utensilios de cocina diariamente, y en ambos aspectos quizá hasta encontramos diversos usos de las cosas, es decir, reciclamos. La regla de las tres erres nos indica reducir, reutilizar y reciclar. En este texto no tocaremos las dos primeras erres sino la tercera, que es la erre más popular y factible en la sociedad de consumo. Reciclar significa la reutilización de materias a través de su transformación por medio de la energía. La mayoría de los materiales que usamos pueden ser reciclados y usados en otras aplicaciones; por ejemplo, materiales como el vidrio pueden reciclarse 40 veces y el plástico se puede reciclar calentándolo hasta que se funda, dándole luego una nueva forma. Es nuestro compromiso reciclar lo más posible y disminuir la producción de basura "nueva". El término "basura" se utiliza para calificar a aquello que definitivamente vamos a desechar y nunca más volveremos a usar.
México no es el mejor ejemplo de país que recicla; hay otras naciones que se encuentran a la vanguardia de esto. Distintos organismos han medido la capacidad de reciclaje de los países. Nosotros tomamos como base las mediciones de Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD por sus siglas en inglés). Los siete países que más reciclan y que por lo tanto reutilizan mejor su basura son Alemania, Corea del Sur, Eslovenia, Austria, Bélgica, Suiza y Suecia, mientras que México ni siquiera destaca entre las naciones recicladoras, a pesar de sus más de 100 millones de habitantes. Por su parte, EEUU se presenta como la primera nación americana que mejor utiliza sus desechos, en el lugar número 18; es decir que la nación más industrializada del mundo genera cantidades inmensas de desperdicios, cosa que es lamentable.
Sin embargo, no todo está perdido, ya que el paso número 1 para resolver un problema es reconocerlo y adquirir mayor información sobre aquello que lo ocasiona. Posteriormente queda la cuestión de cómo aplicar ese conocimiento para la resolución del problema. Empresas mexicanas como “Basura Cero”, que transforma los desechos en muebles, artículos de oficina y construcción, son un ejemplo de ello. Recuerda que no existen acciones insignificantes. Estas son algunas cosas que puedes hacer:
1. Separa tus desechos.
2. Investiga cuáles son los centros de reciclaje más cercanos a ti.
3. Apoya a las compañías que se preocupan por el medio ambiente.
4. Comparte información sobre el reciclaje con tu familia, amigos y vecinos.
Con información de Merca2.0