Actualmente no hay forma de escapar al bombardeo de imágenes que no dejan de recordarnos cómo debería de ser un cuerpo para resultar estético o deseable, al menos de acuerdo a los parámetros publicitarios. Lo cual nos lleva a ideas y relaciones corporales distorsionadas y alejadas tanto de la realidad como de la salud. De hecho, las modelos (especialmente las de alta costura) son tales, gracias a la rareza de combinaciones genéticas que les hacen tener apariencias llamativas. Y justamente por esa razón no deberíamos de tomarlas como estándar o punto de referencia para dictar cómo nos deberíamos ver todos. Pero ¿cómo cambiar nuestra percepción y relación con nuestro cuerpo? Simple: pasando más tiempo desnudos.
Es en serio, pasar más tiempo sin ropa, puede ayudarnos a volver a entrar en contacto con nuestro cuerpo, nuestra apariencia, cómo funciona y cómo lo experimentamos. Es decir, nos puede llevar a habitar nuestro cuerpo en plenitud. Además no tiene que ser un acto público con un gran número de personas, ni siquiera con un grupo pequeño. Puedes estar solo o sola y simplemente dejarte estar y ser quien tú eres y con tu vehículo en este mundo.
Quizá al principio sientas incomodidad y pasen por tu mente todo tipo de preguntas ¿qué estoy haciendo? ¿Cómo me metí en esto? O juicios sobre tu cuerpo, sobre cómo crees que debería de verse… Lo mejor en esta parte del proceso es simplemente notar estos pensamientos. Sólo date cuenta de cuánto te juzgas o criticas, hazte consciente de cómo te sientes con respecto a tu apariencia, o de cómo se siente tu cuerpo ¿hay algo que se sienta bien?, ¿hay tensiones?, ¿es fuente de placer o de dolor o de ambos?, ¿cómo son las texturas a cada momento? ¿Dónde está cada una de sus partes? Lo más importante en este punto es que simplemente notes tu experiencia mental y corporal y sus elementos sin elaborar sobre ellos, intentar analizarlos, justificarlos, explicarlos, criticarlos o buscar su origen. Sólo deja que pasen como los autos sobre una avenida de la que eres espectador.
Además no necesita ser mucho tiempo. Puedes empezar con 10 minutos desnudo, contigo todos los días y luego, si te sientes bien aumentar el tiempo. La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo y nos da montones de información sobre el mundo que nos rodea. Si decides experimentar un poco más y realizar ciertas actividades desnudo, te darás cuenta que por ejemplo no es lo mismo dormir sin ropa que con pijama. Ya que al dejar tu piel expuesta podrás percibir la suavidad de las sábanas, tu temperatura o del ambiente o del cuerpo de tu pareja, en caso de que duermas acompañado y tantas otras cosas que el experimento puede despertar tu sensualidad más de lo que puedes imaginar. Y despertar en ti la noción de tu cuerpo como un portal a una voluptuosidad libre de prejuicios.
Conforme pase el tiempo puede ser que descubras que cuando estás solo y desnudo ya no miras tu cuerpo pensando en lo que está mal, sino que has empezado a aceptarlo. Incluso que gradualmente has llegado a descubrir cosas que te gustan de él. Finalmente nuestro cuerpo es nuestro templo, nuestra primera residencia en la tierra, los dos pies de patria que nos llevan por el mundo y establecer una relación positiva con él es parte de vivir en plenitud. Poseer nuestro cuerpo también es una forma de recuperar su fuerza creativa, lo cual expresó emotivamente Swami Vivekanda cuando dijo:
“Toma una idea. Haz de esa idea tu vida: piénsala, suéñala, vívela. Deja que el cerebro, músculos, nervios y cada parte de tu cuerpo se llene de esa idea, deja en paz cualquier otra idea. Este es el camino al éxito”.