Enero 25, 2017
La mayoría de las personas estamos educadas para prestar más atención a los defectos —propios y ajenos— que a las virtudes. Vamos por la vida juzgando a las personas o diciéndoles en qué podrían mejorar pero pocas veces reconocemos las cosas buenas que hacen. Mientras no tengamos algo de qué quejarnos cientos de trabajos son invisibles para nosotros; sólo recordamos que existe un barrendero el día en que la banqueta está mal barrida, ¿no es cierto?
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Esta actitud negativa no sólo es nociva para los demás sino también para nosotros mismos. Si sólo somos capaces de encontrar defectos vamos a terminar creyendo que vivimos en un mundo mucho más hostil y eso sólo derivará en aislamiento y soberbia.
Aprender a valorar el trabajo de las personas que nos rodean es una forma de crear y fortalecer los lazos de nuestra comunidad y un ejercicio de humildad que todos deberíamos practicar. Empieza por estos sencillos pasos.
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