En la sociedad moderna es cada vez más común que un doctor recete una medicina ante un malestar. Sin embargo, no siempre conocemos el proceso mediante el cual nuestro cuerpo recibe, procesa y aprovecha este medicamento.
Creemos que identificar los procesos que ocurren en el cuerpo de manera constante beneficia la autoconciencia y el respeto por nuestro mejor aliado: nosotros mismos. Por eso, hemos escrito sobre cómo funciona la respiración, por ejemplo, pues sabemos que entre más nos sorprendemos ante la vida, más nos aprendemos a cuidar. Este vez te hablaremos de qué pasa con el cuerpo cuando tomamos medicina, en particular medicamentos para reducir el dolor.
La clave es el sistema circulatorio, pero el proceso inicia en el estómago. Cuando tomamos un medicamento, éste se desintegra en el estómago en cuestión de minutos. Después, la sustancia es conducida al hígado mediante vasos sanguíneos. No toda la sustancia se mantiene una vez que es procesada por el hígado, pero lo que sobrevive es llevado al sistema circulatorio que recorre todo el cuerpo, incluyendo al corazón, cerebro, riñones, etc., hasta regresar al hígado. En ese recorrido, la sustancia de los medicamentos identifica qué parte del cuerpo necesita ayuda y la apoya. ¿Cómo lo hace? Bloqueando las señales de dolor del cuerpo.
Así, cuando las moléculas de la sustancia se acumulan en un lugar en particular que sentía dolor, el cuerpo dejará de preocuparse por esto. Después de un tiempo de hacer efecto, las moléculas volverán al torrente sanguíneo, pasarán por el hígado y eventualmente por los riñones, terminando por desecharse mediante la orina.
Las reacciones, la forma y el tiempo que el medicamento hará efecto en el cuerpo de las personas depende de cada quien. Por eso es importante ser cuidadoso con las dosis recetadas. Y es que, aunque se fundamentan en patrones basados en la mayoría de la población, los medicamentos no siempre son ideales para todos los individuos.
En general, el uso de medicamentos no es necesariamente malo, pero recomendamos hacerlo con precaución y conciencia. Cada sustancia que ingerimos deja una huella en nuestro cuerpo y nuestro potencial, así que lo ideal es preferir todo lo que nos hace bien.
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