La Navidad es una de las celebraciones con mayor arraigo y tradición en el mundo, pero como ocurre con muchas festividades de la Iglesia católica, tiene su origen en el paganismo. El solsticio de invierno ha generado rituales y celebraciones desde comienzos de la humanidad y hoy en día todavía se realizan diversas festividades asociadas a este fenómeno astronómico.
Por ejemplo, los orígenes de los árboles de Navidad y las coronas de flores se pueden encontrar en la festividad pagana de 12 días de Yule, que se originó particularmente en Escandinavia y otras partes del norte de Europa, como Alemania.
Se dice que esta tradición es herencia de los vikingos y consistía en celebrar la llegada del invierno durante 12 días. Era el momento en que terminaba un ciclo agrícola y ya habían recogido el fruto de sus siembras de primavera y verano. Los días se hacían más cortos y oscuros, lo que les indicaba de alguna manera que incluso el Sol se tomaba un descanso de sus obligaciones. Por ello, los campesinos consideraron este periodo como un tiempo de descanso e instituyeron una fiesta que tenía como centro la fertilidad, pues la diosa Frigg da a luz al dios del Sol, Balder, segundo hijo de Odín.
Durante Yule se sacrificaban animales, que después se consumían en grandes banquetes; principalmente, se sacrificaba a una cabra como ofrenda a Thor, otro dios asociado a la fertilidad, pues habita en el cielo. Aquí bebían una cerveza especialmente elaborada para las fechas, llamada jólaöl, y se comía juilskinka o jamón de Navidad. Y para dar la bienvenida a las fiestas, la noche del 21 de diciembre se quemaba un tronco de Yule.
El tronco de Yule pertenece al árbol navideño que los vikingos colocaron el año anterior. Era decorado con distintos ornamentos y cuando terminaba la celebración se cortaba la parte de abajo de su tronco para guardarlo un año entero, con el fin de quemarlo en la siguiente fiesta de Yule.
Para agradecer a los dioses nórdicos por esta cosecha y tiempo de descanso y celebrar el renacimiento del Sol, los escandinavos reunían plantas invernales como pino, muérdago y frutas de invierno para enrollarlas al tronco de Yule con un cordón de lana o algodón. Después colocaban esto en las chimeneas de sus casas y lo hacían arder durante toda la noche.
Se dice que varios miembros de la familia se turnaban para vigilar que el tronco continuara encendido, pues si se apagaba, malos espíritus invernales podrían entrar a las casas, llevarse a los niños o las riquezas que las familias poseían.
Si deseas hacer una quema simbólica del tronco de Yule, aún puedes hacerlo para agradecer las cosas buenas que te sucedieron este año y pedir todo lo que deseas en el siguiente ciclo.
Necesitas:
- Un tronco, el cual debe haber estado en tu familia durante algún tiempo. Puede ser de tu árbol de la Navidad pasada, o si no tienes uno, puedes buscarlo en algún parque. Es importante que no lo compres, ya que hay mercados donde los venden, pero pierden totalmente su significado.
- Listón rojo, verde y plateado.
- Piñas de pino.
- Muérdago u hojas de árboles invernales; pueden ser de pino, eucalipto, etcétera.
- Frutas invernales.
- 2 velas verdes y 1 roja.
Tu tronco deberá tener en todo momento la intención que deseas. Después deberás colocar todos tus elementos y sujetarlos con el listón verde, rojo y plateado. A los lados puedes poner frutas invernales y piñas de pino como ofrenda. Trata de que el tronco quede estático para poder colocar encima las velas; la roja va en medio.
Si no encuentras velas verdes y rojas puede ser con velas blancas, incluso de las pequeñas que se usan para calentar aceites esenciales. Deja que las velas se consuman por completo y mientras preparas tu tronco, pide en todo momento lo que deseas y coloca tu intención.
Con información de Barcelona Cultura
Foto de portada: Unsplash