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Cómo trabajar los elementos de tu cuerpo

Enero 10, 2018

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En la filosofía yogui, como en muchas otras, se dice que en nuestro cuerpo habitan los cuatro elementos esenciales de la naturaleza: tierra, agua, fuego y aire. Es real a nivel fisiológico cuando pensamos en procesos como la respiración, la sinpasis y todos los fluidos que recorren nuestros sistemas.

 

Pero es también una forma de entender y canalizar nuestra energía. Saber las cualidades de cada elemento sobre ella es una forma sencilla de detectar qué necesitamos hacer para equilibrarnos o para concretar una intención. Aquí van las claves para descubrir cómo activar tus elementos.

 

Tierra

Se relaciona con el arraigo y la estabilidad. La frase “los pies en la tierra” tiene algo de sabiduría ancestral en sus palabras. Si has sentido que no encuentras tu lugar o estás incómodo con los aspectos básicos de tu vida, quizá sea buena idea despertar este elemento. Prueba hacer equilibrios, quédate sobre un pie (visualízalo como una raíz profunda) todo el tiempo que puedas. Para hacerlo aún más desafiante, cierra tus ojos durante la postura y no olvides hacerlo de ambos lados.

 

Agua

Nos enseña que fluir incluso ante los obstáculos es el secreto para no detenerse jamás y que se puede tener contención o desbordarse, según el contexto. Si los imprevistos te desquician, pregúntate por qué y recuerda que no puedes controlar todo. La diversión de la vida viene también de sus sorpresas, aprende a ver el lado bueno de lo que no sale como tú esperas. Verás que te hace más ligero.

 

Fuego

La decisión, el liderazgo y la acción son sus características energéticas. Si te cuesta trabajo decir lo que piensas, hacer lo que quieres o concretar tus planes, hay que mover tu fuego interno. Un ejercicio sencillo es empujar el ombligo hacia adentro (¡no la panza!). En la anatomía energética, el ombligo es el lugar del tercer chakra; hacer conciencia sobre él y mantenerlo activo funciona para trabajar este elemento.

 

Aire

Está asociado con cualidades como la confianza, el desapego, la compasión y el amor puro. Si esos sentimientos te resultan ajenos, ábrete a su experiencia desde el corazón. Una forma fácil de hacerlo es entrelazar las manos atrás de la espalda, como si quisieras juntar los omóplatos. Detecta cómo se abre tu pecho y percíbete en disposición para sentir.


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