Cada niño es diferente y no existe ninguna regla en cuanto a lo que se le debe exigir a determinada edad, pues dependerá de su desarrollo y de la dinámica de cada familia. Sin embargo, todos los expertos coinciden en que una parte muy importante de criar niños autónomos es asignarles tareas o actividades desde que son pequeños, de acuerdo a sus capacidades.
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La idea es que, conforme los niños crecen, los padres vayan dejando de hacer todo por ellos para que comprendan que todas sus prerrogativas vienen con responsabilidades y, lo más importante, que ganen la suficiente confianza en sí mismos como para tomar pequeñas decisiones de acuerdo a su edad, por ejemplo, qué ropa ponerse o cómo decorar su habitación.
Es importante que los niños sepan que son capaces de hacer muchas cosas por ellos mismos y que sus padres confían en ellos. Así, al llegar la adolescencia, no se pondrán en riesgo tratando de probar su autonomía o sus límites. Además, serán adolescentes seguros que conocen la importancia de ser responsables y en quienes sus padres pueden confiar.
Lo ideal es comenzar por asignar pequeñas tareas e irlas aumentando conforme van creciendo; esas tareas deben venir también con algunos privilegios, por ejemplo, decidir sobre su ropa o su comida, tener dinero para gastar, acostarse un poco más tarde, etcétera.
Algunas ideas: entre los 2 y los 4 años, las tareas pueden consistir en juntar o recoger sus juguetes, llevar o recoger cosas de la mesa, etc. A partir de los 5 años los niños ya pueden ordenar sus propias habitaciones, bañarse solos (con supervisión), recoger su plato cuando terminen de comer, etc.; a esta edad, es buena idea que comiencen a ahorrar o a recibir "domingo". De los 8 en adelante deberán colaborar con la limpieza de la casa, por ejemplo, sacando la basura o lavando los trastes, además de tender sus camas y ordenar sus cosas, etcétera.
Un niño autónomo y responsable crecerá para convertirse en un adulto que confía en sus capacidades y que se responsabiliza de su éxito.
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