Una de las cosas más usuales que experimentan aquellos que acaban de convertirse en padres es la inevitable pérdida de momentos de descanso completo y ciclos de sueño reparadores. Los cuidados y las atenciones al bebé en cualquier momento del día y de la madrugada son impredecibles y no tienen horario, así que se vuelve complejo que, al menos durante algún tiempo, las noches de 8 horas de sueño dejen de existir. Pero, ¿es posible saber cuándo podrían volver esos necesarios momentos?

Según diversos estudios, muchos padres no se dan cuenta de todo el descanso que pierden hasta que comienzan a presentar síntomas cuando el nivel de cansancio ya es muy avanzado. Manifestaciones como dolores de cabeza, irritabilidad, dificultad para conciliar el sueño (sí, así como lo lees), pérdida de concentración y problemas de memoria son de las primeras en aparecer.

Las estadísticas arrojan que en el primer año de vida del bebé, los padres pierden aproximadamente 44 días de sueño. Lo que hace que no lo “sientan” tanto es que la adrenalina segregada cada vez que se escucha el llanto del bebé funciona como un inhibidor de la somnolencia y, como estos sobresaltos son frecuentes, el cuerpo queda en un estado de alerta casi permanente.

Los mismos estudios afirman que el período de tiempo promedio en que el bebé ya tiene la capacidad de permanecer más tiempo dormido o sin necesidad de tantas atenciones (lo cual se traduce en una restauración de los hábitos de sueño de los padres) es de 550 días, es decir, 1 año y medio aproximadamente.

Sin embargo, y para adelantar las buenas noticias, a partir de los 4 o 5 meses, el cuerpo ya no resiente tanto la falta de descanso y se ha habituado a recuperar casi el total de su energía con tan sólo 2 o 3 horas de sueño continuo.