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Mirar el mundo con ojos compasivos

Agosto 25, 2017

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Una cosa es hacerlo todo con pasión y otra es ser víctima de las pasiones. Cuando vivimos y actuamos con pasión, invocamos un fuego interno que imprime de una firme fe cada meta hacia la realización de nuestros sueños o proyectos de vida, enfocándonos paso a paso en lo que deseamos manifestar en nuestra vida.

 

Por su parte, cuando las pasiones no se aceptan ni se nombran, cuando se dejan arrumbadas y no se les da cauce, se arremolinan y, combinándose con frustraciones o emociones negadas, forman vendavales que arrostran la mente hundiéndola a través de fluctuaciones incesantes. Son, como lo plantean las tradiciones sagradas, venenos o tentaciones que tienen un porqué multifactorial, pero que cuando la mente se engancha con ellas, llevan a resultados fatídicos: karma, culpa, crimen, guerra, muerte.

 

Hay una delgada linea entre la pasión y la compasión. Entre ambas media la intuición, el balance, la claridad que permite reconocer la pasión, aceptarla, enfocarla en acciones que se inclinen hacia la vida, lo constructivo, las emociones positivas. Pero cuando hay pasión sin intuición, se instalan los sistemas de creencias rígidos, los desbalances emocionales, la ira, los miedos, el fanatismo, el egoísmo, todos ellos barreras entre los seres humanos, porque se cree que lo único que importa es lo propio, incluso si pasa por encima de los demás.

 

Pero cuando hay compasión, cuando logramos reconocernos en el otro, cuando miramos, tocamos, sonreímos, hablamos desde el centro del corazón, identificándonos no con las preferencias o limitaciones del otro, sino con lo que hay de él en mí y viceversa –mí, su, nuestra luz interior–, entonces la compasión mueve más que montañas; es capaz de conmover y transformar cualquier corazón, comenzando por el propio. Es aquí donde entra el cuarto sutra para la era de Acuario: entiende a través de la compasión o desentenderás los tiempos.

 

Este sutra nos invita a pensar, actuar, sentir y hablar desde el centro del corazón, el cuarto chakra, fuente de todas las virtudes y pesadillas de la humanidad. Porque cuando el corazón humano se deja obnubilar por las emociones desbordadas, sobreviene un rapto ciego que no mira las consecuencias kármicas de sus acciones. Pero cuando el cuarto chakra se encuentra calmo, tranquilo, neutral, desde el entendimiento amoroso y compasivo, se sabe –intuye– que sin importar la circunstancia que le toque experimentar al alma, se puede responder desde esa luz de verdad y virtud que –según Platón– nos acompaña y hermana desde el origen de los tiempos.

 

El maestro Yogi Bhajan nos comparte que, a diferencia de lo que comúnmente se entiende por compasión, ésta es el balance que proviene de una mente enfocada en el corazón, en el amor y servicio a los demás, pero que parte del amor incondicional a uno mismo. Para poder dar, primero hay que tener, para ser compasivo con otros, el gran trabajo es ser compasivo con uno mismo: aceptarse y experimentar la vida como el don de mantenerse ecuánime, incluso en las pruebas que parecieran más duras de superar.

 

Tal como lo explica Yogi Bhajan:

Amas a alguien, te haces amigo de alguien, elevas a alguien, eres amable con alguien, y esa persona te da la espalda por completo; totalmente negativa y extremadamente destructiva. ¿Cómo le llamas a eso? La prueba de la compasión. Porque cuando eres traicionado, entonces sabes dónde se encuentra Dios. Cuando eres traicionado por la persona que amas, por tus seres queridos y aquellos que llamas parientes te abandonan, ése es el momento en que buscas a Dios. Y el secreto del éxito, el secreto de la total grandeza es relacionarte con la totalidad de Dios.

Llámalo Dios, leyes cósmicas, llámalo como quieras. Aquello que es la totalidad es aquello que es la vida; la vida es total, no parcial. La vida parcial es confrontación; ¿qué es lo que ganas y qué es tu vida? ¿Dónde te encuentras y dónde no? ¿Quién eres y quién no eres? Más allá de la confrontación está la aceptación, y eso es la totalidad.

 

He ahí la mirada compasiva para entendernos, ver el mundo y comprender los tiempos: la capacidad de ver los errores o faltas propias y de los demás, aceptarlos, perdonarlos y cubrirlos. Si eres lo suficientemente compasivo como para conocerte en luz y sombra, aceptarte como un proceso en crecimiento, entenderte como un ser humano que avanza en el camino espiritual, descubrirte en amor y armonía, cuidarte, procurarte y aceptarte con todo y lo que aún te queda por trabajar, abrazarte y amarte así, con tus claroscuros, ejercitando la capacidad de nombrar, cubrir y trabajar las faltas propias, en silencio y recato, sin proyectarlas en los demás, celebrar tus aciertos y progresos cuando tu alma se siente regocijada de experimentar la belleza de ser en plenitud y felicidad, abrazarte cada noche sabiéndote el ser más amado por ti sobre la Tierra, entonces podemos decir que el trabajo de la compasión ha comenzado, entonces se puede expandir a los demás. 

 

Estos que vivimos son tiempos históricos que requieren que nos entonemos y comprometamos con los ideales y las virtudes más elevadas del corazón humano. Estos son tiempos donde es importante dejar el juicio, atemperar la pasión por las ideas, las creencias, las fronteras, los discursos exacerbados y el miedo al otro; es momento de hablar desde el centro del corazón, es momento de la compasión; de lo contrario, desentenderemos los tiempos y éstos seguirán y ganarán su curso abandonándose al futuro violento que se vislumbra desde un presente de intensos cambios necesarios para que la conciencia de la humanidad crezca y se expanda.

 

Pero si acompañamos esos cambios con amor, como aquel de la madre que cubre y contiene a su criatura durante los momentos críticos de su desarrollo, si miramos nuestro mundo y actuamos en nuestro día a día bajo la óptica de la compasión, podemos entendernos, entender los tiempos y entonarnos con esta era de Acuario, una era que requiere de ti, de mí, de todos unidos en amor, en paz y armonía.

 

Te invito a que lo practiques: cuando sientas que ese fuego de la pasión comienza a subir desaforado, antes de reaccionar, acepta la emoción, inhala, exhala, nómbrala, experimenta la sensación, abrázala, y en lugar de reaccionar, entiende con amor, con compasión y podrás reconocerte, entender al otro, entender cada circunstancia.

 

Que cada día de nuestra vida podamos abrazarlo como una nueva oportunidad para relacionarnos desde el amor y la compasión, y entonces poder entender y amar estos tiempos.

 

Sat Nam.

 

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