A lo largo de su convivencia con el ser humano, los gatos han sido considerados seres misteriosos a los que se atribuyen cualidades espirituales, con la capacidad de llevar armonía al lugar en el que se encuentran.
Su alta capacidad sensorial para percibir el entorno es lo que ha originado que se les perciba como un vínculo entre el mundo material y el espiritual.
Debido a esto, algunas civilizaciones antiguas, como la egipcia, los veneraban e incluso los consideraban dioses. Además, para los budistas, los felinos son seres cargados de paz y capaces de transmitir calma.
Una de las leyendas budistas sobre los gatos cuenta que, cuando una persona alcanzaba los niveles más altos de espiritualidad y moría, su alma se introducía en el cuerpo de un gato, con el fin de tener una última oportunidad para vivir en un cuerpo físico antes de trascender a un plano totalmente espiritual.
Debido a esta creencia, las personas acostumbraban enterrar a sus muertos junto con un gato vivo. Pero no te asustes; siempre dejaban un hueco por el cual el animal podía salir, y cuando lo hacía, eso significaba que el alma de la persona fallecida ya se encontraba en el cuerpo del felino.
Más allá del mundo espiritual, la ciencia ha demostrado que el ronroneo de los gatos es capaz de tranquilizar el sistema nervioso, aliviar los síntomas de la depresión y relajar a personas con problemas de ansiedad.
Y aunque se trate de animales independientes y en ocasiones huraños, cuando establecen una conexión con una persona son capaces de brindar un cariño mucho más profundo que el de otras mascotas, mismo que demuestran de una forma sutil pero intensa.
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