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Esta es la razón por la que no puedes liberarte de la tensión y el estrés

Diciembre 16, 2015

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Hoy en día el ser humano probablemente esté más estresado y cansado que nunca, lo cual es un poco paradójico ya que cada vez realiza menos trabajo físico y tiene una serie de aparatos que aparentemente deberían de facilitarle sus labores. Evidentemente, la fatiga y la tensión a la que está sometido es mental y proviene de no saber qué hacer con su mente y cómo relajarse. 

 

En su lectura sobre técnicas de relajación zen, el filósofo canadiense Manly P. Hall nos dice que la historia del hombre occidental es "la historia de 2500 años de tensión". La tensión, la presión mental, la preocupación y la ansiedad son características que parecen definir nuestra historia, especialmente en la modernidad, época en la que surge la frase de Pascal, más vigente que nunca: “Todos los problemas de la humanidad provienen de la inhabilidad del hombre de sentarse solo sin hacer nada en una habitación”. La tecnología y las máquinas que tan maravillosas y prometedoras nos parecen han tenido este importante efecto secundario: que al liberar nuestro tiempo, al crear más ocio, nos han enfrentado con nuestro propio proceso mental de inquietud e insatisfacción--y no hemos sabido dedicar nuestra atención a desarrollar una disciplina mental de la relajación y del trabajo interior. En cambio, nuestro tiempo libre se ha vuelto una especie de lote de bienes raíces por el cual la economía del entretenimiento ejerce una vertiginosa lucha y ante la cual nuestra mente es como una veleta o una oveja que sigue a múltiples y confusos pastores.

 

Hall, quien dentro de toda su erudición filosófica al final de su vida pareció inclinarse a la tranquilidad del budismo, entendió con gran claridad la dinámica moderna de la tensión e intentó ofrecer un aspecto práctico para lograr, en el espíritu zen, una "intensidad sin tensión".  "Para experimentar menos presión afuera se debe relevar la presión interna". ¿Cómo podemos hacer esto? Primero debemos "investigar nuestra propia integración psíquica", eso es, hasta qué punto nos conocemos a nosotros mismos y hemos logrado integrar aspectos sueltos de nuestra personalidad. "Generalmente estamos fatigados o alterados por falta de integración, por no controlar apetitos e instintos" y no, en cambio, por las situación de inseguridad que vive nuestro país o colonia, por el terrorismo, o por la economía, ni tampoco, aunque nos cueste creerlo por las cosas que nos hacen vivir nuestros familiares. La verdadera raíz de nuestra tensión no está afuera, es nuestra incapacidad de controlar nuestra mente y de  desapegarnos a procesos mentales corrosivos. 

 

La razón por la cual no podemos desasir las corrientes mentales conflictivas que generan los sucesos que vivimos, nos dice Hall, es porque nos sentimos obligados a sostener que estamos en lo correcto. "El individuo que no admite la derrota y que busca mantener una imagen de sí mismo ante los demás está sometido a una enorme presión. Si uno no admite sus errores, los transpola  a los demás. Esto genera conflicto --a escala internacional, incluso guerras". La fuente principal de la tensión mental es la importancia que nos hemos dado y, debido a ello, desplegamos una obsesiva campaña mental para defender esta importancia egóica. "La razón por la que las presiones nos controlan es porque somos como esas presiones o secretamente las presiones gratifican nuestro deseo egoísta". Existe un principio de identidad y afinidad entre esa tensión que generamos y la narrativa interior de nuestro ego.  

 

La verdadera relajación consiste en dejar ir nuestra personalidad; la tensión sólo existe como un agregado, como una serie de cosas que hemos adherido a esta personalidad; si la disolvemos no puede haber tensión, puesto que la tensión sólo existe de manera dependiente de esta personalidad. Si dejo de pensar que yo merezco tal o cual cosa ciertamente no me voy a estresar cuando no consiga esa cosa (o cuando si la consiga y entonces necesite la otra que viene después siempre).  Si estoy enojado con alguien porque me hizo algo o porque tiene más cosas que yo, ese enojo desaparece cuando me resto importancia personal a mí mismo. Así el centro de la tensión queda vacío.

 

Para concluir, podemos decir que la razón por la que no podemos liberarnos de la tensión o el estrés, tiene que ve mucho más con las condiciones internas de nuestra mente que con las condiciones externas del mundo. Principalmente, no podemos relajarnos porque creemos que somos muy importantes y procesamos el mundo a través de la importancia personal --claro que luego descubrimos que no somos tan importantes ya que no podemos hacer que el mundo sea como deseamos. "Existen dos mecanismos para lidiar con la tensión: la risa o las lagrimas", dice Hall. Las lagrimas, si bien pueden ser un buen recurso en situaciones extremas para soltar tensión, idealmente pueden ser evitadas y dejadas para situaciones extraordinarias. Existe, el recurso de la risa, un recurso feliz al cual sólo podemos recurrir si no nos tomamos demasiado en serio. De aquí que la clave para eliminar la tensión --en un mundo hipertenso que no podemos controlar-- es reírnos de nosotros mismos, relajar nuestro agarre de la realidad y dejar de defender nuestra sagrada persona. La cual será siempre más sagrada, más agradable y divina en tanto a que logre olvidarse de sí misma y entregarse al momento, en servicio de las  personas con las que convive y de ideales más profundos y duraderos que el breve parpadeo que es la aparición del ego en la superficie de la conciencia.

 

Twitter del autor:@alepholo 


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