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Séptimo paso a la felicidad: felicidad

Mayo 17, 2017

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Después de nuestro recorrido de 6 semanas a través de seis pasos a la felicidad, llegamos aquí, ahora, a la culminación del proceso: el séptimo y último paso a la felicidad: la felicidad misma.

 

¿Por qué hablamos de siete pasos cuando el séptimo es el objetivo en sí? Porque la felicidad, más que un objetivo, es también una práctica constante que nos permite vivir en un estado de continuo asombro. Todo fin representa un inicio, y aquí podemos ver que este último paso es también el primero, porque se manifiesta en el ejercicio de los anteriores. En esta parte del viaje, es propicio hacer una recapitulación.

 

Los siete pasos a la felicidad son:

1. Compromiso. El sentido de la vida implica abrazarla y comprometernos a vivirla lo mejor que podamos. Comprometiéndonos con la bondad y la compasión, adquirimos:

 

2. Carácter. Cuando todas tus características –facetas, flaquezas, acciones– están bajo tu control y respondes a tu conciencia desde el equilibrio. Entonces adquieres:

 

3. Dignidad. Cuando actúas con generosidad, te sostienes en tu carácter y puedes sostener tu entorno. La gente confía en ti, te respeta y aprecia. Entonces actúas con:

 

4. Divinidad. Sin dualidad, sin miedo, te dispones a servir a otra persona o criatura. Esto es vivir con:

 

5. Gracia. Sin brechas en la comunicación, agendas o motivos ocultos. Has desarrollado tanto tu presencia y proyección que te dan el poder de:

 

6. Sacrificio. Cuando Dios se sienta en tu corazón y preside tu cabeza. Puedes aguantar cualquier dolor por cualquier persona. Esto te brinda:

 

7. Felicidad. “Cuando puedes dar gracias por ser cada una de estas cosas” (Yogi Bhajan).

 

La felicidad consiste en tener una constante actitud de gratitud y en dar sin esperar nada a cambio. Es así que ella se manifiesta en cada uno de los pasos como un propulsor y recordatorio de nuestra capacidad ilimitada de ser, sentirnos y volvernos prósperos. Pero creer que la felicidad es un fin sería objetivizarla como un “premio”, un límite a alcanzar y nada más. La felicidad es ilimitada, como nuestra esencia. Ser feliz es un estilo de vida consciente en el que nos damos cuenta de que somos responsables tanto de nuestras acciones como de lo que nos ocurre. Así, se trata de generarnos un estado de integración físico, mental y espiritual que nos permita vivir en espíritu exaltado y expandirlo a nuestro entorno. Durante las próximas entregas haremos un recorrido por diferentes aspectos que permiten descubrir y practicar lo que representa un estilo de vida feliz en el mundo contemporáneo.

 

Asumir la felicidad como una práctica constante resulta sumamente atractivo porque nos brinda la oportunidad de vivir y experimentar cada instante de nuestra vida como una puerta que se abre hacia una nueva aventura, invitándonos a recorrerla sin limitaciones, con sus victorias y desaciertos, porque creer que ser feliz es alejar la oportunidad de equivocarse sería limitar el flujo natural de la existencia, el aprendizaje, la experiencia y, por consiguiente, la sabiduría que se adquiere tras estas vivencias.

 

Si de esta manera abrimos nuestro corazón a las aventuras de cada día, podemos disfrutar la vida en sus únicos e irrepetibles sabores, incluso aquellos de “las caídas”, sabiéndonos en todo momento aprendices de las lecciones, constructores de nuestro destino y agradecidos por sus bendiciones. Ejercer el libre albedrío, haciéndonos responsables de lo que hacemos, reconociéndonos humanos en proceso y, como tales, con todo el derecho a experimentar tanto la felicidad como el dolor en su radiante esplendor, con todas sus letras; aceptar, abrazar y seguir. Recuerda el cierre del Sutra del corazón:

 

En efecto, ve, ve más allá y trasciende, totalmente más allá, absolutamente más allá hasta alcanzar la iluminación. 

 

Entonces podemos darnos cuenta de que tenemos la bendición de ser y vivir como los Maestros/las Maestras de nuestro universo infinito en sus ilimitadas formas de experimentarnos. Hacerlo en cada paso de nuestro día, agradecer y ser felices. La única pregunta aquí es: ¿nos atrevemos?

 

Como nos lo compartió el Maestro Yogi Bhajan: “Tú tienes el derecho a ser y vivir sano, feliz y sagrado”. ¿El camino? Hay muchos, tu corazón encontrará el o los indicados. Te comparto una pista: estos siete pasos a la felicidad. Practicarlos uno a uno, al mismo tiempo, día a día, uno por semana, uno por año, uno por vida… lo importante es intentar, lanzarse, ser el héroe o la heroína de tu propia aventura porque, como dijo Paramahansa Yogananda: podremos haber tenido otras experiencias y vidas antes que ésta, podríamos vivir otras, pero la única que nos consta es la presente.

 

¿Qué estás dispuesto a hacer de ella aquí, ahora?

Ser feliz, te invito a experimentarlo. En cada paso, a cada inhalación y exhalación, en cada acción, palabra, a cada instante, como tú quieras o lo entiendas, pero elévate, trasciende, transfórmate y cambia el mundo; sólo se requiere una sonrisa y vivir desde el corazón batiente, maravillado y en paz. Así sea.

 

Para practicar esta semana: meditación para la paz

Cuando eres feliz, tu palabra adquiere peso y poder verdadero. Este poder te permite vivir en paz y expandir la felicidad hacia tu entorno.

1. Siéntate en sukhasana (entra aquí para conocerla).

 

2. Coloca tus manos al centro del pecho en mudra de oración y entónate con el Adi Mantra: “Ong Namo GuruDev Namo” (“Yo saludo a la sabiduría infinita y siempre creativa que fluye a través de toda la Creación y reside en mí”). Entónalo tres veces. Observa los efectos del mantra y relaja la postura.

 

3. Aún en sukhasana, coloca tus manos en gyan mudra: dedos índice y pulgar de las manos se tocan, los demás dedos estirados, brazos estirados y muñecas reposando en las rodillas que les corresponden.

 

4. Inhala y en cada exhalación canta el mantra: “Sano yo soy, feliz yo soy, sagrado yo soy”. Continúa de 3 a 11 minutos.

 

5. Al final inhala y haz el siguiente decreto: “Dios bendiga esta Tierra con paz”. Inhala, exhala. Observa los cambios y cómo te sientes.

 

6. Junta tus manos en mudra de oración y cierra el espacio entonando dos veces “Que el eterno Sol te ilumine, el amor te rodee y la luz pura interior guíe tu camino”. En la segunda ronda repites dos veces la parte final. Para terminar, entona tres “Sat Nam” largos.

 

7. Practica continuamente esta meditación cuando quieras recordarte tu derecho de nacimiento, estar en paz y propiciar la paz a tu alrededor.

 

Sat Nam.


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