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2 fundamentos de la inteligencia emocional que deben replantearse

Septiembre 14, 2017

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3 minutos de lectura

La inteligencia emocional es un concepto que ha adquirido enorme popularidad en nuestros días. Se utiliza tanto que algunos trabajos lo consideran como un factor importante al momento de seleccionar a su personal, y entre parejas y familias también se ha vuelto bastante común hablar sobre la importancia de tener inteligencia emocional.

 

La inteligencia emocional es una excelente herramienta para la maduración de los pensamientos y la comprensión de los sentimientos, pero no necesariamente debe considerarse como un tratado inamovible. Creemos que cuestionar algunos conceptos para aprender mejor sobre los mismos es saludable y puede brindar resultados positivos en el conocimiento de cada persona.

 

Los dos fundamentos de la inteligencia emocional que deben replantearse son:

 

1. El rostro de las personas expresa el total de sus emociones

El conflicto que existe en esta aseveración es que no toma en cuenta que no todas las personas reaccionamos de la misma manera. Muchas veces una sonrisa sí significa alegría y el llanto significa tristeza, pero puede haber excepciones.

 

De acuerdo con el artículo consulado para este texto, diversos estudios científicos han demostrado mediante electrones colocados en el cerebro de las personas que no todos reaccionan de la misma manera ante ciertos estímulos. Incluso el lenguaje corporal varía bastante entre los individuos, pues depende del contexto de cada uno y de cómo han aprendido a expresarse.

 

Es decir, es cierto que el cuerpo expresa mucho de lo que ocurre en la mente. Por eso, incluso existen enfermedades que aunque parecen físicas tienen su origen en el pensamiento. Las reacciones físicas pueden dictar una pauta de lo que sentimos o sienten los demás, pero no deben considerarse como un total, sino como una parte. Es mejor escuchar lo que los otros tengan que decir sobre cómo se sienten.

 

2. El cerebro es tanto racional como irracional

A veces se afirma que las emociones provienen de una parte específica del cerebro, distinta a otra que maneja la parte racional del pensamiento. Así, se puede suponer que una persona puede controlar sus emociones mediante una herramienta racional, pero no es así de sencillo.

 

La ciencia ha demostrado que el cerebro funciona más como una comunidad mezclada que como entes aislados dedicados a labores específicas.

 

En realidad, el cerebro se dedica de manera casi exclusiva a mantener al cuerpo con vida. Para ello, puede predecir ciertas emociones y reaccionar ante las mismas de las formas que conoce. Todo esto es para sobrevivir. Sin embargo, estas maneras de actuar pueden modificarse y mediante el conocimiento de nuestras emociones y las de los demás, el trabajo de la inteligencia emocional se vuelve cada más accesible.

 

Fuente

Nautilus


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