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Comprender la interdependencia de todos los seres, la clave para resolver la crisis ecológica

Octubre 07, 2016

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Si reducimos a su componente básico el problema ecológico que atraviesa la humanidad, creo que podemos decir que se debe a la separación. Separación ente el individuo y la naturaleza, entre el individuo y todos los demás seres e incluso separación interna entre la mente y el cuerpo o entre un ego que se identifica como real en oposición a todo lo demás.

 

Gary Snyder, uno de los más grandes activistas en la historia del movimiento ecológico y también un excelente poeta beat budista, ha dicho que "ubicar a la especie humana completamente dentro de la naturaleza y no encima", es algo que "ha sido aceptado intelectualmente pero no personal y emocionalmente por la mayoría de las personas". Es decir la mayoría de las personas sabe intelectualmente que somos parte de la naturaleza (o de la Tierra como un superorganismo) y no estamos por encima o separado de ella, pero no lo ha asimilado profundamente por carecer del plano vivencial de esta noción. 

 

El ser humano actualmente suele concebir su existencia de manera individual, desligada del destino y las vicisitudes de los demás o acaso, sólo vinculada a su círculo íntimo. Esta visión, que podemos calificar de miope y que llamaremos aquí una ignorancia de la interdependencia, es la causa principal de que actualmente estemos en trayectoría hacia la destrucción del ecosistema que nos brinda nada menos que la vida. En el más profundo egoísmo que caracteriza al ser humano, parece que los planes más serios para contravenir esta tendencia son del orden de encontrar un exoplaneta habitable y migrar hacia las estrellas, para continuar nuestra existencia dejando una tierra baldía atrás.

 

La noción de interdependencia es central en la filosofía budista, donde el mundo entero se concibe a través de la originación dependiente; cada cosa en la madeja del mundo de las condiciones y las causas remite a la otra, como si fuera un inmenso collar de perlas en el que cada una refleja a todas las otras y cada uno de los reflejos. Esto es lo mismo el fundamento de la sabiduría --saber que todas la causas necesariamente producen efectos que tendremos que experimentar-- así como también de la compasión. El maestro vietnamita Thic Naht Hanh llama a esto "interser":

 

Interser: si eres un poeta, verás claramente que hay una nube flotando en esta hoja de papel. Sin una nube, no habría lluvia; sin lluvia no podrían crecer los árboles; y sin árboles no podríamos hacer papel. Esa nube es esencial para que el papel exista. Si la nube no está ahí, el papel tampoco puede existir. Así que podemos decir que la nube y el papel inter-son. 

 

En realidad todas las cosas interson. El astrónomo Carl Sagan alguna vez dijo similarmente que si queremos hacer un pay de manzana de la nada primero debemos de inventar un universo. Los ingredientes del pay de manzana nos remiten al campo, plantas, tierra, luz solar y elementos fabricados en los hornos de las estrellas y así sucesivamente. En un pay de manzana está toda la historia del universo. 

 

El maestro budista occidental Ratnaghosa dice que la razón por la que estamos destruyendo el planeta tiene que ver con que "ignoramos continuamente las conexiones entre las cosas, ignoramos cómo la vida está interconectada y existe interdependientemente. Hemos ignorado incluso la existencia misma de iun ecosistema". Esto es algo que debemos de puntualizar, realmente no reconocemos que vivimos en un ecosistema, aunque estudiemos ecosistemas y hablemos sobre ellos todos los días, no nos experimentamos como interseres dentro de un ecosistema. "Sería un error pensar que los problemas ambientales están separados de problemas como la guerra, la pobreza, la economía, las actividades de trabajo o de ocio o de la vida espiritual... Lo social, espiritual y ecológico no son esferas separadas de conocimiento y actividad,  están íntima e irrevocablemente interconectadas y está ignorancia nos lleva a comportarnos de formas que lastiman el planeta y que, por lo mismo, son destructivas para nosotros mismos". Lo cual me recuerda una extraña frase de Kafka que ha sido traducida como "en la lucha entre tú y el mundo, escoge el mundo", pero sólo porque tu eres el mundo, en el sentido más profundo no hay ninguna diferencia.  

 

Según enseña el budismo, el ego es ilusorio, no tiene una existencia inherente, ya que si deconstruimos nuestro sentido de persona individual nos daremos cuenta que no está en ninguna parte o que todas las partes nos remiten a otra y así hasta el infinito por lo cual la única conclusión lógica es que no existe o que es todas las cosas al mismo tiempo (e incluso todas estas cosas no son las mismas ya que están cambiando todo el tiempo, por lo cual es imposible fijarlo y decir que es, lo más que se puede decir es que es un proceso relativo que está siempre transformándose). Y para mantener esta ilusión, se aferra a su supuesta existencia separándose de todo lo demás y erigiéndose como lo único real. Dice Ratnaghosa:

 

Así el ego inmaduro ignora la interconexión y se experimenta a sí mismo como separado, fijo e inmutable. Esto, según el budismo, es la igorancia espiritual básica, experimentarnos a nosotros mismos como separados e inmutables. Esta ignoranca básica espiritual es la que da origen a la ambición de que las posesiones y las personas nos brinden un sentido de seguridad y tambíen es la causa que da origen al odio y el rechazo violento de todo aquello que amenaza aparentemente este yo fijo e inmutable.

 

En otras palabras, el ego construye su muralla que lo separa del mundo y debido a que su naturaleza en realidad es fragil, elusiva y completamente permeable debe de rodearse de cosas y conceptos que le otorgan una identidad: así el castillo se cristaliza a través de la reificación. La interconexión y la interdependencia atentan directamente contra su definición de tener una existencia, fija, inmutable y separada, y es por ello que hemos construido todo el edificio de la civilización para preservar esa separación y así nos erigimos como los conquistadores y explotadores de la naturaleza, por encima, aterrados de reconocer que somos solamente naturaleza experimentándose desde la autoconciencia. El peligro del reconocimiento de la originación dependiente o del interser es que necesariamente revela nuestra identidad como una red en la que todos los puntos son el centro pero ninguno tiene completa primacía sobre las demás, de la misma manera que las células de un cuerpo son una red de colaboración dinámica entre pares. Esto es algo que el ego no quisiera reconocer, ya que significa su destrucción o, mejor dicho, el despertar a la realidad de que es sólo un sueño. Pero entonces, ¿quién sueña el sueño del ego o el sueño de ser un cuerpo separado de todos los demás? El budismo nos diría que este es el sueño de la vacuidad, de la vacuidad radiante que es infinita energía potencial, e infinito potencial de aparecer como cualquier cosa. Y el ego o la conciencia individual, como todo lo demás, regreserá a esa vacuidad madre de la cual en realidad nunca estuvo separado, de la misma manera que el aire cuando se abre un frasco o se rompe una jarra vacía no es distinto del cielo. Al reconocer que somos nadie, estaremos también eliminando los límites de nuestra existencia y los límites de nuestro rango de acción e inclusión en nuestros actos. Así todo lo que hagamos tendrá siempre en consideración el beneficio de todos los seres.  


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