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‘El padre’: conmovedor retrato del deterioro mental en la vejez

Junio 08, 2021

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¿Qué vas a aprender con esta nota?

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  • Causas y síntomas del deterioro cognitivo o demencia senil

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  • Mensajes que da la película acerca de este padecimiento

¿Te imaginas lo que sería despertar un día y no tener claro si es de día, de noche, si estás en tu casa o no, ni quiénes son las personas que están contigo? Eso es lo que viven las personas que experimentan los síntomas del deterioro mental, que poco a poco se sienten más perdidas en su propia mente, entre olvidos y confusiones.

 

La película El padre – ópera  prima del novelista y dramaturgo Florian Zeller y ganadora del Oscar 2021 en las categorías de Mejor Actor (Anthony Hopkins) y Mejor Guión Adaptado – aborda esta problemática desde el punto de vista de quien la padece. 

 

La cinta cuenta la historia de Anthony (Anthony Hopkins), un hombre de casi 80 años, quien vive solo en su apartamento de Londres, y cuya mente empieza a sentir los efectos del deterioro cognitivo.

 

Por otro lado, Anne (Olivia Colman), la hija de mediana edad de Anthony, hace todo lo posible por hacer que su padre se encuentre bien, comprender lo que le pasa y adaptarse a sus nuevas circunstancias.

 

Las cosas se complican cuando ella decide mudarse a París para rehacer su vida con un hombre del que se ha enamorado, de modo que se vuelve apremiante encontrar quien se haga cargo de su padre, quien cada vez podrá valerse menos por sí mismo.

 

El carácter complicado de Anthony, sumado a la confusión que cada vez es más constante en su mente, lo hacen rechazar a todas las cuidadoras que su hija contrata para que lo atiendan. Así, Anne se encuentra en la disyuntiva de decidir si la mejor opción es internarlo en un asilo. 

 

Deterioro neurocognitivo o demencia senil

El deterioro neurocognitivo que afecta a la mente de Anthony es lo que se conoce como demencia senil (aunque en realidad puede afectar a personas de todas las edades y no sólo a los ancianos), la cual no es una enfermedad, sino una condición causada por el deterioro neurológico y por diversas enfermedades, como el Alzheimer.

 

Alrededor del 50% de las personas mayores de 85 años presentan síntomas de demencia senil, cuyas causas pueden ser diversas. La más común suele ser el Alzheimer, enfermedad que es responsable de casi la mitad de los casos de demencia senil; seguido por la demencia vascular (cuando las arterias del cerebro se obstruyen y el flujo sanguíneo no llega correctamente a las neuronas), el Parkinson y la demencia frontotemporal (deterioro de los lóbulos frontales y temporales del cerebro que genera conductas socialmente inapropiadas y la pérdida del lenguaje).

 

Cuando no está presente alguna de estas enfermedades, el deterioro de las funciones cognitivas también es ocasionado por el envejecimiento de las células cerebrales, lo cual puede provocar confusión mental, dificultad en la toma de decisiones, desorientación espacial, dificultades de comunicación, deterioro intelectual, pérdida de memoria, entre otros síntomas. 

 

Así, con el transcurso del tiempo, suele ser común que el afectado presente dificultades para reconocer un rostro o para expresar y pronunciar ideas. Otro síntoma que se manifiesta a menudo es el deambular errático provocado por la desorientación espacial.

 

Además, se da un aumento de conductas agresivas, de desinhibición extrema, negatividad, intrusividad y alteración del estado de ánimo. El cambio en las emociones y la actitud suele ser uno de los puntos más complicados para el cuidador de una persona con deterioro neurocognitivo o demencia senil.

 

Los cambios en el comportamiento y las emociones son comunes en quienes padecen deterioro cognitivo o demencia, lo cual en general suele deberse a la confusión que se apodera de su mente, a sus necesidades emocionales, que muchas veces no son satisfechas y ni siquiera comprendidas, así como a la incapacidad de comunicar adecuadamente los sentimientos que de pronto los embargan, debido a que no logran comprender del todo su nueva condición.

 

En el caso de Anthony, mientras en una escena puede parecer caprichoso y gruñón, en otra es simpático y bonachón, y en otras más es un anciano vulnerable y necesitado de atención, cuidado y comprensión.

 

Si no has visto esta película, te sugerimos verla antes de continuar con la lectura, para evitar posibles spoilers. Todavía se proyecta en algunos cines, aunque en horarios limitados, y recientemente se estrenó para la compra o renta en las plataformas de streaming: Apple TV, Google Play, YouTube, Cinépolis Klic y Amazon Prime Video.

 

Perdido en el laberinto de la mente

El deterioro mental puede incluir una combinación de síntomas, como pérdida de memoria, dificultades para pensar y resolver problemas, problemas del lenguaje, así como cambios en la percepción, el estado de ánimo o el comportamiento.

 

Los síntomas más notorios en Anthony son la pérdida de memoria y los cambios en la percepción y el estado de ánimo, pues empieza a confundir los lugares y a las personas que lo rodean; por ejemplo, cree estar en su departamento, cuando ya está en el de su hija o en el asilo, y a veces ve como su hija fallecida a la cuidadora, o a un enfermero como el exesposo de su hija Anne.

 

Debido a que la cinta muestra las cosas desde la perspectiva de Anthony, al principio las escenas resultan un tanto desconcertantes y confusas para el espectador, pero poco a poco se comprende que esto se debe a que así es como percibe su entorno el personaje, quien cada vez se siente más perdido en el laberinto en el que se convierte su mente.

 

Pronto se hace evidente que la percepción de la realidad es cada vez más confusa para Anthony, quien comienza a dudar de sus seres queridos, de su propia mente e incluso de su realidad, pues muchas ocasiones ni siquiera tiene la certeza de realmente estar en el lugar donde cree que se encuentra.

 

Llega un punto en el que la confusión es tal, que Anthony piensa que su hija y su marido (con quien en realidad lleva tiempo separada) están tratando de confundirlo y engañarlo para quedarse con sus cosas y su departamento.

 

Además, hay escenas que al final no se sabe si en verdad ocurrieron o sólo fueron producto de la mente confundida de Anthony, como cuando el enfermero, a quien él ve como si fuera el exmarido de Anne, lo maltrata física y verbalmente.

 

En el mundo real, este tipo de situaciones son lamentablemente comunes para muchos adultos mayores, sobre todo para quienes padecen alguna enfermedad mental, deterioro cognitivo, discapacidad o inmovilidad, ya que en muchas ocasiones son maltratados o agredidos verbalmente, tanto por los cuidadores como por sus mismos familiares. El problema es que en ocasiones no se les cree, pues se piensa que todo es producto de su mente confundida.

 

El cuidado de la demencia senil suele venir acompañado de una serie de emociones difíciles de gestionar, especialmente cuando se trata de un familiar. Con el tiempo, la persona deja de reconocer a sus seres queridos y su personalidad cambia por completo, e incluso muchas veces puede llegar a desarrollar conductas negativas hacia sus familiares. 

 

Esto genera emociones de tristeza o de pérdida, con los que los familiares cercanos del paciente con deterioro cognitivo desarrollan un proceso similar al del duelo, pues aunque su familiar sigue con vida, poco a poco pierde su identidad y su personalidad, y con el tiempo deja de reconocerlos, por lo que, salvo en pequeños episodios de lucidez, se vuelven completos desconocidos para ellos. Esto, sin duda, es doloroso y triste para todos los involucrados, además de que hace complicado establecer límites saludables y decidir si es necesario internar al paciente en un asilo.

 

Eso es lo que le ocurre a Anne cuando, por un lado, sabe que debe seguir con su vida, y por otro, le duele dejar a su padre en un asilo, aunque sabe que al final eso será lo mejor para él, pues ahí siempre habrá alguien al pendiente de sus necesidades, su cuidado y bienestar. 

 

Además, hay momentos en los que Anne se siente desesperada y desorientada, pues no sabe qué hacer para ayudar a su padre, ni cómo hacer para comprender lo que pasa en su mente, o cómo encontrar la mejor solución para tener a alguien a su cuidado en su ausencia.

 

Es normal que estas emociones afecten a los familiares y cuidadores de pacientes con demencia, por lo que no deben ser negadas, sino reconocidas, aceptadas, asimiladas, comprendidas y desahogadas; incluso puede ser recomendable acudir a terapia o al apoyo de un especialista en salud emocional y mental para poder procesarlas adecuadamente. 

 

Así, El Padre se vuelve una conmovedora historia que retrata una parte de lo que viven tanto los pacientes de deterioro cognitivo o demencia senil, como sus familiares y cuidadores. Es, además, una historia centrada en los lazos familiares y en la inquebrantable relación entre un padre y su hija, quien, aunque no siempre logra hacer lo ideal para todos, siempre busca la manera de que su padre esté bien.

 

Por otro lado, la capacidad histriónica de Hopkins logra que el espectador se ponga en la piel del personaje, para poder empatizar con él y sentir su temor, su vulnerabilidad, y esa sensación de desprotección cuando los roles se invierten y el hijo se convierte en cuidador de su padre, quien se vuelve dependiente y se siente frágil, como un niño pequeño.

 

Todo esto se resume perfectamente en la bien lograda escena con la que cierra la cinta, la cual logra conmover y empatizar con lo que vive el personaje y con las emociones que experimenta en ese giro radical que da su vida ante el deterioro de su mente. 

 

Esto, a su vez, logra crear consciencia de que nadie está exento de vivir algo similar en la vejez y de que es importante ser empáticos con las personas de la tercera edad que ya lo viven.


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