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Mantener limpias tus brochas para maquillaje protege tu piel

Marzo 01, 2018

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Si eres de las personas cuyo kit de maquillaje es parte fundamental de su estilo de vida y asunto de todo momento, esta información es para ti. Probablemente tu kit incluya muchas cosas, y una de ellas sean las brochas para aplicarte polvos, brillos, sombras y bases.

 

Debido a que tu rostro es una de las partes más importantes y sensibles de tu piel, su cuidado debe ser consciente y constante. Las brochas para maquillaje pueden guardar residuos y bacterias que con el tiempo aumentan y ponen en riesgo la salud de tu rostro, sobre todo cuando las tienes desde hace mucho y han pasado por varios tipos de maquillajes y circunstancias externas.

 

Llevar tus brochas fuera de casa también las expone a situaciones contaminantes; por ejemplo, se te pueden caer al piso o ensuciarse con alguna sustancia ajena, o podrías tocarlas con las manos sucias, o quizá las prestas a alguien que tiene una afección de la piel y ésta podría transmitirse de inmediato (por eso, no es nada recomendable compartir este tipo de productos). Las brochas de tu maquillaje tienen mucha similitud con el cabello: se limpian, se dañan y pueden guardar agentes dañinos. La afectación más común que puede producirse es el acné.

 

Existen dos tipos de brochas: sintéticas y fabricadas con pelo animal. En el caso de las primeras, como no son porosas, puedes usar el mismo jabón que utilizas para lavar tus platos, ya que no deja residuos de grasa; con las segundas hay que tener mucho más cuidado pues el pelo se daña de la misma manera que el de las personas, y para mantenerlas suaves es importante lavarlas frecuentemente, por ejemplo, con un poco de detergente para ropa suave. Dependiendo de cuán frecuentemente las uses, lo ideal sería lavar las brochas una vez a la semana, o cada 15 días si no se ocupan diario.

 

La mejor manera de lavarlas, sea cual sea su tipo, es con un poco de agua tibia, “masajeándolas” con la punta de los dedos de una mano y sobre la palma de la otra, y después secarlas con una toalla de papel (que no deje residuos) presionando firmemente pero sin exprimir; después deja que se ventilen por unos minutos antes de guardarlas. De esta manera harás que tus brochas duren más tiempo, pero lo más importante de todo es que estarás cuidando tu piel de posibles bacterias e infecciones.

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