En la actualidad, parece que puedes encontrar espiritualidad en cualquier esquina: estudios de yoga, centros para meditar y un sinfín de lugares que te prometen que te harán sentir mucho mejor. Pero, ¿realmente es eso lo que necesitas? Más allá de todo ello, ¿te has puesto a pensar cuál es tu propósito real en esta vida? 

La palabra dharma viene del sánscrito y se traduce vagamente como "una vida correcta". Pero esta palabra es mucho más que eso. De acuerdo con los Vedas, el dharma es sabiduría interna o una guía cósmica que gobierna al universo entero. Entonces, para que puedas seguir tu dharma, solamente tienes que hacerle caso a tu voz interna.

Suena bastante fácil, ¿no? Pues tal vez decirlo sí, pero conlleva mucho más trabajo que eso, en especial por todas las distracciones que se viven hoy en día y todas las voces externas que te dictan qué hacer o no hacer. 

Aprende a reconocer tu dharma 

De acuerdo con el Centro Deepak Chopra, lo esencial para encontrar tu dharma es la reflexión y contemplación. Esto lo puedes lograr al hacerte las siguientes preguntas cada mañana, respirar profundamente mientras lo haces y dejar que tu mente fluya: 

• ¿Quién soy? Tal vez sepas la respuesta a esta pregunta, pero con este ejercicio podrás llegar a cosas mucho más profundas e incluso a algunas que no sabías antes. 
• ¿Qué es lo que quiero? Algunas veces las respuestas pueden ser de índole material, pero lo ideal es que sean emocionales o físicas. De igual manera, no juzgues, solamente reflexiona. 
• ¿Cuál es mi dharma en esta vida? Si nada aparece en tu mente de forma inmediata, date un tiempo para lograrlo o pregunta cuantas veces sean necesarias. 
• ¿Cuáles son las razones por las que estoy agradecido? Hacerte esta pregunta todos los días te ayudará a mantenerte humilde y agradecido con el universo en todo momento. Recuerda que practicar la gratitud realmente tiene efectos emocionales y físicos en ti. 

Cuando encuentras tu dharma, ayudas a los demás 

Si comienzas a ver este descubrimiento como algo que puede también servirle a los demás, empieza a tener mucho más valor. Ya no lo haces solamente por tu crecimiento espiritual, sino con un verdadero propósito de hacer las cosas por el bien común.