El planeta que rige la comunicación y el transporte, entre otras cosas, estará en su fase de retrógrado del 5 al 26 de enero en los primeros grados de Acuario y luego en Capricornio. Si bien los retrogrados mercurianos son temidos generalmente, y ahora coincidirá con un periodo de muchos viajes y posibles contratiempos, el lado oscuro de Mercurio tiene, paradójicamente, algunas ventajas.
El tema de Mercurio en Acuario y Capricornio, dos signos regidos por Saturno, toma el tono del gran Padre Cronos. Se exalta la necesidad de organizarse y administrarse bien, de ir un poco más profundo, de eliminar lo inesencial, y de establecer una buena disciplina. Con varios planetas en signos terrestres, este parece ser un tema predominante.
Astronómicamente se debe entender que Mercurio no regresa en realidad en su órbita sino solamente lo hace desde la perspectiva terrestre (el sistema astrológico es geocéntrico). Este espejismo ocurre cuando, desde la perspectiva de la Tierra, los planetas parecen moverse de oeste a este, invirtiendo aparentemente el movimiento normal que para nosotros es de oeste a este. En el caso de los planetas exteriores –Marte, Júpiter, Saturno, Neptuno, Urano y Plutón (el elusivo planeta/planetoide) – esto ocurre cuando entran en oposición al Sol y son “rebasados” por la Tierra en su elíptica al completar con mayor velocidad su órbita. En el caso de Mercurio y Venus, los planetas en el interior de la órbita terrestre, entran en retrogradación cuando entran en conjunción inferior con el Sol y desaparecen ante el brillo solar. En el caso de Mercurio, su órbita altamente elíptica hace que su velocidad cambie, por lo que desde la perspectiva de la Tierra, esto se ve de la misma forma que si un automóvil en una carretera de múltiples carriles fuera a alta velocidad y luego desacelerara; desde nuestra perspectiva parece que va hacia atrás y luego vuelve a estar adelante del Sol. Debido a esta conjunción, Mercurio y Venus parecen desaparecer y luego reaparecen en su nueva fase como “estrella de la tarde” y “estrella del amanecer”, sumiéndose en el abismo del horizonte como si fueran héroes viajando al inframundo. Antiguamente esta desaparición y retrogradación era considerada un oscurecimiento o una inversión de su influencia, ya que se consideraba que este movimiento realmente ocurría. Por esto, entre otras cosas, a los planetas se les llamaba “los vagabundos”.
El período entre las retrogradaciones de Mercurio, conocido también como período sinódico, es de 116 días y dura aproximadamente 23 días (con variaciones como tendremos este año).
Popularmente se cree que el contrasentido de Mercurio tiene el efecto de provocar caos y desconexión en las comunicaciones y transportes, y en general aflige la energía mercurial que rige la elocuencia y la inteligencia racional. Sin embargo, los astrólogos también consideran que este periodo es especialmente provechoso para incursionar en la comunicación interna y en facultades mentales más sutiles. En cierta forma Mercurio retrogrado nos pide que miremos hacia dentro y hablemos con nosotros mismos, que seamos los mensajeros de los grandes temas de nuestra psique y no los suprimamos. La cara oscura de Mercurio es un llamado a la introversión y al autoconocimiento, y por todo esto también a tomarnos las cosas con calma, ir más lento (Mercurio es el planeta de la velocidad) y posiblemente desconectarnos un poco de los medios de comunicación.
Una fecha posiblemente auspiciosa para el trabajo mercurial (la escritura, la organización, esa conversaciones importantes, etc.) parece ser el 14 de enero, cuando Mercurio entrara en conjunción exacta con el Sol, completamente incendiado por los rayos solares, el momento conocido como Cazimi, el cual es una ventana de posibilidad más allá del periodo de combustión que generalmente no es visto muy favorablemente. Un periodo que coincide con un trígono con el benéfico Júpiter en Virgo (signo también regido por Mercurio).