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Los cerebros de las madres albergan las células de sus hijos

Junio 08, 2016

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Los lazos físicos y psicológicos entre madres e hijos empiezan durante la gestación, un periodo en el que ella es todo para el feto que se desarrolla en su interior, pues le proporciona calor, sustento y el calmante ritmo de su corazón. La conexión física entre ambos se da a través de la placenta, un órgano formado tanto de las células de la madre como de las del feto, y sirve como conducto para el intercambio de nutrientes, gases y desechos. Las células también pueden desplazarse a través de la placenta tomando como residencia varios órganos del cuerpo incluyendo los pulmones, la tiroides, el hígado,los riñones, el tejido muscular y la piel. Estas células tienen múltiples funciones que abarcan desde la reparación de tejidos a la prevención del desarrollo de elementos cancerígenos.Asimismo pueden estar involucradas en los trastornos autoinmunes. 

 

Solemos concebirnos como individuos separados unos de los otros y del entorno, pero es sorprendente cuan común es que las células de un individuo se integren a los tejidos de otra persona. De alguna manera se podría decir que la mayoría de las personas llevan en sus propios cuerpos reminiscencias de otros individuos. Quizá suene extraño, pero un estudio reciente encontró que había células masculinas en los cerebros de varias mujeres y que en algunos casos llevaban décadas de existencia. Esta condición es conocida como microquimerismo y es la presencia persistente de algunas células genéticamente distintas en un organismo. Esto fue notado por primera vez cuando se descubrieron células que contenían el cromosoma  “y”, que denota sexo masculino,  circulando en la sangre de las mujeres después del embarazo. Los estudiosos asumieron que si estas células eran genéticamente masculinas no podían pertenecer a la mujer, sino que provenían de sus bebés durante la gestación. 

 

En este estudio reciente los científicos observaron que las células microquiméricas no sólo se encontraban en el torrente sanguíneo, sino también en el cerebro. Ellos realizaron estudios post mortem de los cerebros de varias mujeres y encontraron células con cromosoma “y” en más del 60% de los cerebros. Dichas células también se encontraban en diferentes regiones del cerebro.  El microquimerismo se da frecuentemente a través de la placenta durante el embarazo, pero también hay evidencia de que las células puedan ser transferidas de la madre al bebé a través del amamantamiento. Además de las células compartidas entre la madre y el feto también es posible que haya intercambio celular entre los gemelos mientras se encuentran el útero.  Incluso existe la posibilidad de que las células de un hermano mayor que viven en la madre se transporten a través de la placenta a un hermano menor durante la gestación. Así que los hermanos también podrían compartir células. Por otro lado las mujeres pueden tener células microquiméricas tanto de su madre como de sus propios embarazos.

 

Los especialistas aún no descubren qué es lo que hacen estas células en el cuerpo de la madre, sin embargo creen que pueden estar involucradas en la reparación de tejidos. Aún queda mucho por conocer con respecto este intrigante fenómenos que es un excelente recordatorio de qué tan cercanamente estamos interconectados con otros. 

 

Con información de Scientific American


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