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Tener expectativas es negativo al momento de meditar y hacer yoga

Agosto 09, 2017

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Los seres humanos tenemos la capacidad de diseñar nuestro futuro conforme a las expectativas que tenemos del mismo. Todos los días tomamos decisiones que nos acercan –o alejan– de nuestros propósitos, y esto se consigue precisamente por ese talento: el de imaginar y fantasear con lo que queremos ser.

 

La imaginación y la capacidad para visualizarnos en futuros posibles es buena cuando se trata de planear nuestra vida, e incluso cuando se trata de encontrar motivos para realizar nuestra rutina. Sin embargo, tener expectativas predeterminadas al momento de meditar y hacer yoga no es tan buena idea. Te contamos por qué.

 

Cuando empezamos a meditar o hacer yoga por primera vez, es probable que tengamos en mente una serie de ideas sobre lo que un yogui o una persona elevada debería ser: siempre en paz, con una mirada que trasciende lo cotidiano y capaz de reaccionar con asertividad ante cualquier estímulo. O también podemos imaginar que de un día a otro podremos pararnos de cabeza, doblarnos a la mitad y alcanzar la máxima profundidad en todas las posturas. Esta concepción de la inmediatez en el progreso del yogui es errónea, aunque muy común.

 

El problema de realizar una práctica de yoga o meditación con elevadas expectativas es que podemos decepcionarnos al descubrir que el camino no siempre es tan sencillo. Meditar con profundidad requiere tiempo, y el camino no es siempre lineal. Por otro lado, apresurarse en yoga puede incluso llevar a una lesión y lo ideal es evitarlo, respetando nuestro cuerpo y proceso personal.

 

No estamos afirmando que hay que caminar por la vida con la cabeza hacia el suelo y sin creer en nada, pero recomendamos modificar la expectativa por una actitud de curiosidad. Curiosidad por nuestro propio proceso, por la manera en que avanzamos en el camino, por conocer nuestros límites y por saber qué descubrimos de nosotros mismos al arrancar cualquier aventura.

 

Imaginarnos en un futuro realizados es una cualidad positiva, pero tiene la desventaja de conllevar decepción cuando no vemos nuestros ideales realizados. En cambio, con una actitud curiosa, cualquier logro es una celebración e incluso identificar nuestros límites es un aprendizaje necesario y poderoso. La diferencia es mínima, pero este cambio de actitud puede llevarte mucho más lejos de lo que crees.


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