Probablemente y con mayor razón durante las últimas semanas, uno de tus principales objetivos es mantener y fortalecer tus defensas para mejorar tu resistencia a las infecciones. Para lograrlo, la nutrición es clave, por lo que debes llevar una alimentación nutritiva, completa y balanceada.
Aunque ningún estudio ha demostrado que comer más sano podría ayudar a luchar contra un virus, una dieta diversa y equilibrada –rica en frutas, verduras y fibra– puede optimizar tu sistema inmune. Un informe del Biocodex Microbiota Institute detalla que los alimentos son fuentes de nutrientes que influyen en tu inmunidad al modelar la microbiota intestinal.
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Estos diminutos habitantes son muy numerosos y su función es protegerte. Si tu microbiota es abundante y muy diversificada es muy seguro que tu salud sea presumiblemente buena. Si, por el contrario, hay menos microorganismos o menos especies diferentes, se produce un desequilibrio que puede tener repercusiones.
Por ejemplo, una microbiota intestinal sana alberga millones de bacterias en diálogo permanente con tus células inmunitarias –que son las que te protegen en caso de una infección– y las regula para que estén alertas en caso de peligro pero también para que regresen a la normalidad una vez que haya pasado la amenaza. En cambio, una microbiota desequilibrada puede relacionarse con diarreas, trastornos gastrointestinales como la enfermedad de Crohn, obesidad, alergias, e incluso puede influir en tu salud mental.
En la Tierra, la biodiversidad es una fuente de renovación y equilibrio. Lo mismo sucede en tu cuerpo: el equilibrio de las microbiotas contribuye a tu buena salud. Cada día, la investigación sobre estos microorganismos avanza más y más.
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