Probablemente has intentado más de una vez eliminar o al menos reducir el azúcar de tu dieta. No es algo fácil, porque se encuentra en todas partes y muchos de esos alimentos son deliciosos, al punto de volverse adictivos.

Postres, aguas frescas, pan dulce: para los mexicanos es parte de la cultura, pero hoy las generaciones actuales comienzan a pagar las facturas de una dieta tan azucarada. Las cifras de obesidad y diabetes van en aumento y esto es un reflejo de las dietas hipercalóricas que tiene la mayoría de la población del mundo.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), un ciudadano estadounidense consume 126 gramos de azúcar por día, es decir, cuatro veces más de lo recomendado por los nutriólogos. En el caso de México, se sabe que hasta el 85% de la población sobrepasa el consumo de azúcar recomendado, según un estudio de la Oficina de Información Científica y Tecnológica para el Congreso de la Unión.

La OMS sugiere no consumir más de 10% de azúcares en la alimentación diaria; incluso recomienda una ingesta de azúcar menor a 5%, lo que equivale a cinco cucharadas pequeñas por día.

El doctor en biología molecular Horacio Astudillo de la Vega, presidente del Consejo de Nanopharmacia Group, dice que conforme más se comprende el metabolismo del cáncer, más se sabe que varios tipos dependen de un factor en particular: el azúcar. 

El doctor Astudillo de la Vega aclara que la relación cáncer-azúcar ya había sido descrita en 1942 por el fisiólogo Otto Heinrich Warburg en lo que hoy se conoce como "el efecto Warburg". Warburg observó que las células normales metabolizan la glucosa de forma distinta a las células cancerosas. Una célula mutada tiene tasas glucolíticas mucho más altas de lo normal.

Warburg propuso una teoría según la cual la función bioenergética de la mitocondria en la célula tumoral se encuentra alterada; en esa teoría señalaba que el cáncer es la consecuencia de una alimentación antifisiológica (dieta basada en alimentos acidificantes y sedentarismo), teoría que lo hizo acreedor al Premio Nobel de Medicina en 1931.

El fisiólogo postuló que el cambio en el metabolismo de la glucosa es la causa del cáncer, planteamiento que sustenta su hipótesis principal. Dicha hipótesis destaca que las células malignas tienen típicamente una tasa de consumo de glucosa hasta 200 veces mayor que una célula normal.

Actualmente se sabe que las dietas ricas en azúcares tienen consecuencias visibles en sobrepeso y diabetes. Pero, según investigaciones de la Universidad Weill Cornell de Nueva York, el exceso de azúcar ayuda a que numerosos tipos de cáncer se desarrollen más rápido.

Los estudios demuestran que el azúcar es una vía de señalización para el crecimiento, la proliferación y la sobrevivencia de las células cancerosas.

Una dieta para mejorar el tratamiendo en pacientes con cáncer

El doctor Astudillo señala que esta mejor comprensión de la manera en que el azúcar alimenta las células cancerosas puede ayudar a tener una nueva aproximación terapéutica, ya que además de tratamientos como la quimioterapia, la radioterapia y la cirugía, los oncólogos podrían prescribirle a un paciente con cáncer una dieta que ayude a potencializar sus tratamientos personalizados.

El especialista advierte que el aumento del cáncer sólo podrá ser detenido si las personas adoptan hábitos de vida saludables como hacer ejercicio y comer bien, por lo que recomienda consumir frutas crudas y verduras, cereales integrales, semillas y una ingesta correcta de agua, así como evitar el azúcar refinada, el abuso de carnes rojas, leche de vaca y derivados, sal refinada, harinas, panes, refrescos, alcohol y tabaco.

Actualmente el abordaje en el tratamiento del cáncer es personalizado, con medicina de precisión y acorde a cada persona, por lo que ante un diagnóstico de cáncer un paciente debe solicitar a su médico que le hable de las nuevas herramientas y tratamientos para combatir esta enfermedad, con la finalidad de evitar sobretratamiento y subtratamiento.