Estudios muestran que México es uno de los países que más problemas digestivos padece en el mundo. Si bien existen numerosos factores pare esto, la mayoría de ellos puede vincularse a la dieta y a un desequilibrio en la microbiota. El estudio de la microbiota ha sido en los últimos 10 años una gran revolución en la microbiología, después de que se descubriera que el conjunto de microorganismos presentes en el cuerpo humano -mayormente bacterias en el intestino- juega un papel preeminente en diversas funciones orgánicas.
Hoy empezamos a saber que la microbiota se comporta como un delicado ecosistema de diversas especies que se ven modificadas por la dieta, la introducción de nuevas especies, fármacos, estrés y otros factores ambientales. Este ecosistema ha evolucionado con el hombre para producir diferentes sustancias químicas que regulan el sistema inmune y los estados de ánimo, entre otras cosas. El biólogo de Stanford, Justin Sonnenburg, explica esta relación así: "es como si la microbiota nos dice 'tú ingiere la comida que yo necesito y yo te ayudaré a digerirla en pequeñas moléculas que tú necesitas'". Entre estas moléculas se encuentran los ácidos de cadena corta que ayudan a disminuir la inflamación.
Uno de los problemas del estilo de vida moderno es el incremento de enfermedades crónicas no contagiosas como la enfermedad inflamatoria intestinal. "Aunque el individuo puede no tener la enfermedad inflamatoria intestinal aún, su microbiota puede ya estar en un estado poco saludable, con una propensión hacia la enfermedad en un futuro cercano".
Las causas principales por las que la microbiota puede estar ya en un estado desequilibrado en el que se asoma la posibilidad de una enfermedad intestinal son una dieta con poca fibra soluble y abundante en alimentos procesados, el uso indiscriminado de antibióticos, nacimiento por cesárea y el exceso de sanitización. Sonneburg considera que se debe de intentar cultivar la mayor diversidad posible, por lo que se recomiendan fibras y carbohidratos complejos que son fermentados por la microbiota así como también alimentos probióticos, como puede ser el yoghurt, la verduras fermentadas, el kimchi coreano y otros. El consumo de probióticos puede repoblar temporalmente el intestino de bacterias que recubren la pared intestinal y que contribuyen a disminuir la frecuencia de los malestares digestivos.
Existe evidencia creciente de que la microbiota del ser humano occidental contiene una población menos diversas de microbiota que la de poblaciones indígenas como las que se han observado en África o en el Amazonas. La diversidad, según Sonnenburg, puede ser "un preventivo ante un colapso del sistema". Esto es, diversidad de bacterias que son especies claves en el balance del ecosistema interno que compartimos como seres humanos y de cuya existencia depende nuestra salud.
FUENTE: The Good Gut, Justin Sonnenburg (2015)