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¿Cómo integrar la no violencia a la práctica del yoga?

Abril 03, 2017

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La práctica del yoga suele asociarse con un estado de equilibrio y paz que no admite la violencia en la conducta ni el pensamiento del yogui. De hecho, esta idea tan interiorizada tiene su base en uno de los textos más importantes para la disciplina del yoga: los Yoga-sutra de Patanjali: aforismos sobre la práctica del yoga.

 

En los Yoga-sutra, el pensador hindú Patanjali propone al concepto ahimsa como la principal restricción que el practicante de yoga debe mantener con el mundo externo. Es decir, la no violencia debe convertirse en una actitud básica de quien realiza yoga y debe abarcar tanto su pensamiento como sus palabras y sus acciones. Sin embargo, ¿qué representa la no violencia en la práctica del yoga?

 

Para los jainas, la aplicación de la no violencia debe estar presente, sin excepción, en todas nuestras acciones. Tal es su extremo que llegan a barrer el piso delante de sus pies para no pisar un ser vivo y también son exigentes con mantener una alimentación vegana libre de violencia. En este caso, la no violencia implica cierta pasividad que para la práctica del yoga, según otros textos como el Bhagavad Gita, no es necesario alcanzar.

 

En el Bhagavad Gita la no violencia también es importante, pero las acciones deben realizarse cuando sean necesarias. Por ejemplo, si nuestra vida o la de otra persona está en riesgo, el practicante de yoga debe priorizar las acciones por encima de la no violencia. No obstante, un yogui siempre debe actuar con desapego y sin anhelar ciertos resultados ante sus acciones.

 

En cambio, para los Vedas, el ahimsa debe practicarse sobre todo hacia uno mismo. Es decir, se recomienda tratarnos con compasión a nivel emocional y físico.

 

Sea cual sea la postura ante la cual sientas mayor empatía, la idea del ahimsa aplicado al yoga y la vida en general coincide en ciertos puntos para cualquier filosofía: la no violencia debe aplicar para nosotros mismos y para el resto de las personas; la no violencia requiere compasión y empatía y la no violencia debe practicarse con desapego.

 

Podemos concluir así que la no violencia implementada en el yoga se relaciona con ser compasivos con nosotros mismos al momento de realizar los asanas y no lastimar nuestro cuerpo, lo mismo que dejando las comparaciones con los demás. También debemos aplicar las enseñanzas del yoga al resto de nuestras relaciones personales y conforme más práctica tengamos, más fácil será aplicar el desapego y la gratitud propias de la no violencia a nuestra vida. La idea es tomar las mejores decisiones de acuerdo con nuestro nivel de conciencia espiritual y en línea con la no violencia, para lo cual la práctica de yoga es un gran aliado.


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