Los probióticos, por lo menos aquellos que provienen de los lácteos fermentados consumidos en cantidades suficientes, no modifican las bacterias que ya existen dentro de nuestro intestino cuando entran en contacto con él, sin embargo, si pueden tener acción sobre el comportamiento de las mismas. Es decir, son capaces de provocar cambios metabólicos en nuestra microbiota y, por lo tanto, en la forma en la que nuestro organismo procesa y digiere algunos alimentos. Estos cambios resultan benéficos para la salud digestiva y para la absorción de nutrimentos y, a la larga, ayudan a mantener el equilibrio de la microbiota y garantizan su óptimo funcionamiento además de ayudar a reforzar el sistema inmunológico fortaleciendo la función de barrera y protección contra microorganismos dañinos o patógenos.
Después de un tiempo prolongado de consumir probióticos diariamente notarás los siguientes cambios en tu organismo:
Los probióticos han estado presentes en la alimentación de los humanos desde hace cientos de años, ¿tú ya los consumes?