El sistema digestivo humano es fascinante. Es el encargado de ingerir, absorber y utilizar los alimentos, incluidos todos los procesos metabólicos, que transforman en energía los alimentos que se ingieren. El sistema digestivo incluye boca, esófago, estómago, intestino delgado, intestino grueso y otros órganos fundamentales para el proceso de digestión, como el páncreas y el hígado. Cabe destacar que éste último tiene el título de ser la glándula más grande del organismo.
Alberto Molás, miembro del Consejo Consultor de Nutriólogos de Herbalife Nutrition, explica que, desde la boca hasta el ano, el tubo digestivo mide aproximadamente 11 metros de longitud: "Cada vez que tú introduces un alimento en tu boca, éste se impregna de saliva y recibe el nombre de bolo alimentario".
El especialista indica que después de la masticación y salivación pasa a la deglución, para atravesar al esófago y así llegar al estómago, "donde el bolo alimenticio se mezcla con jugos gástricos y cambia ahora su nombre a quimo". Estos jugos gástricos son ácidos y provocan que se liberen los nutrientes de los alimentos, por ejemplo, las proteínas: "Al salir del estómago el quimo se dirige al duodeno en donde recibirá las secreciones provenientes del páncreas (insulina) y el hígado (bilis), de esta forma se podrán absorber los carbohidratos y los lípidos en el intestino".
Molás explica cómo continúa el recorrido. La siguiente parada es el intestino delgado: "Justo después del duodeno, ahora el quimo se llamará quilo". El intestino delgado puede medir hasta 6 metros y dada la longitud se divide en dos partes, llamadas yeyuno e íleon. No tienes que recordar estos nombres pero sí comprender su importancia, pues es ahí donde se lleva a cabo la mayor absorción de nutrientes como las vitaminas, los minerales y la mayoría de los compuestos que forman a los macronutrientes. De ahí se alimenta el torrente sanguíneo y todas las células.
Para que quede más claro, el especialista pone el ejemplo de la leche, un alimento que está compuesto por carbohidratos, proteínas y lípidos (macronutrientes) y lo componen ciertos micronutrientes como las vitaminas A y D y el mineral calcio.
Cuando estos macronutrientes pasan por el estómago y el duodeno, se transforman en compuestos más simples, como la glucosa y la fructosa que provienen de los carbohidratos, los ácidos grasos provenientes de los lípidos y los aminoácidos que forman a las proteínas.
Por cierto, el papel del agua es fundamental en estos procesos, pues se requiere de una gran cantidad para poder realizarlos (alrededor de 6 litros). En condiciones normales el cuerpo no pierde más de 2 litros (en sudor y orina), así que alrededor de 4 litros son absorbidos por el intestino grueso, también conocido como colon, de 1.5 metros, donde se forman las heces fecales.
"Nuestro cuerpo es una maquinaria perfecta, que lleva a cabo procesos complejos para asegurar su funcionamiento de manera óptima", señala el experto en nutrición.
"Aunque para nosotros el proceso de la alimentación per se sea algo habitual, es importante saber que si alguna de las partes de este engranaje no funcionara de manera adecuada, al final se traduciría en algún tipo de enfermedad". De ahí la importancia de cuidar los alimentos que le brindas a tu organismlo para que realice estos y otros procesos.
"Tal vez, conocer de manera superficial el funcionamiento nos lleve a tener más atención ante cualquier malestar que nuestro cuerpo manifieste".
Para más información, visita a un especialista, quien sabrá guiarte en el cuidado de tu sistema digestivo.
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