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Sigamos el ejemplo de Valencia: huertos de autocultivo y consumo responsable

Abril 25, 2016

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La vida moderna parece inescapablemente atada a las ciudades, pero eso no debe de negar la posibilidad de llevar con nosotros las bondades del campo, si es que tenemos un poco de creatividad e iniciativa.

 

Un ejemplo de esto es las moda u ola que se está generando en la ciudad española de Valencia, donde en los últimos años ha habido una expansión en el autocultivo y en la concientización del consumo.  Hace dos años reportaba El País sobre los grupos de "consumo ecológico" en Valencia, ciudad que estaba catalizando la tendencia a producir sus propios alimentos y generar conciencia sobre los métodos de producción y uso de energía. Lola Raigín, ingeniera agrónoma de la Universidad Politécnica de Valencia, explicaba que esta ciudad reúne las condiciones idóneas para la explosión del autocultivo.  "Hay toda una nueva generación de jóvenes salidos de las escuelas de agrónomos con ganas de trabajar tierras abandonadas". En Méxio está Chapingo, un lugar cercano de la Ciudad de México donde abundan ávidos agrónomos que podrían liderar este esfuerzo, además del boom culinario que estamos viviendo como otro aliciente.

 

La comida orgánica que se vende en los supermercados suele ser muy cara, así que esta es una excelente opción para obtener los beneficios de lo orgánico y a la vez obtener una "soberanía alimentaria". Uno de los valencianos que acostumbra a generar su propio alimento explica que: "La clave está en romper desde abajo la dependencia de los grandes circuitos". Cultivar tu propio alimento es también un acto político. 

 

Un medio argentino hacía una crónica de cómo se está expandiendo este movimiento:  "En Benimaclet cultivan huertos urbanos, en El Carmen extienden los pulmones verdes a las terrazas, en Patraix difunden alimentos ecológicos cultivados en terrenos valencianos, en Velluters aprovechan solares para crear vida y así lo persiguen los vecinos de Marítimo-Ayora... Y ahora vecinos de La Malvarrosa se suman a esta corriente solidaria, respetuosa con el medio ambiente y crítica con el contexto histórico y económico por el que los ciudadanos pasamos: nace una nueva fórmula bautizada grupo de Consumo Responsable".

 

Los beneficios del autocultivo son variopintos. Por una parte está la posibilidad de autosubsistencia económica que representa dejar de tener que comprar alimentos e incluso la posibilidad de venderlos; segundo, los beneficios a la salud de tener alimentos libres de toxinas, disruptores hormonales y hasta productos cancerígenos; tercero, la terapia psicológica y espiritual de cultivar y atender a las plantas y formar una relación de sinergía. Seguramente se pueden pensar en otros beneficios, pero estos ya son razón suficiente para intentar esto. Hoy en día en Internet existen numerosos recursos para aprender a cultivar diferentes alimentos en ciudades no obstante no tener un jardín. Así que, ¿por qué no seguir el ejemplo de Valencia?

 


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