El ser humano, como es obvio, está obsesionado con ser percibido como atractivo y deseable. Esto es, sin duda, una necesidad fundamental en la psique humana. De aquí se deriva toda una industria cosmética, de autosuperación, de citas, etc., e incluso toda un sector de investigación en la ciencia que estudia las relaciones románticas y la psicología del enamoramiento.

Diversos estudios muestran que gustarle a alguien es sexy. Quizá el ser humano es un animal esencialmente narcisista o al menos naturalmente inseguro y hambriento de confirmación, pero saber que le gustas a alguien puede predecir la experiencia de enamoramiento. Según el doctor Arthur Aron, cerca del 90% de las personas manifiestan que su experiencia de enamoramiento fue de alguna manera detonada por descubrir que le gustaban a la otra persona. Es como si al saber que le atraemos a otro podemos atrevernos a jugar al amor, acaso porque saber esto es una forma de protección emocional.

Lo anterior puede ser altamente apuntalado si le gustas a alguien que ha hecho saber antes que no suele enamorarse fácilmente o que es difícil de seducir. Según explica Richard Wiseman en su libro 59 Seconds: Change Your Life in Under a Minute, varios investigadores determinaron que la mejor estrategia en una cita es dar la impresión de que en general eres difícil de poseer (un recurso escaso, como una rara joya), pero a la vez mostrar entusiasmo específico por la persona en cuestión.

No hay duda de que al ser humano le gusta sentirse especial (ser seleccionado de entre un abstracto infinito) y a la vez sentirse seguro; estas son las dos sensaciones que pueden explotarse en una oscura psicología del amor.