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Elie Metchnkioff y la extraordinaria historia de cómo se descubrieron los probióticos

Julio 19, 2016

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Actualmente decenas de millones de personas consumen probióticos en alimentos como el yoghurt o en suplementos para tratar diversas condiciones digestivas todos los días. Esto, en gran medida, se debe al descubrimiento que hizo el microbiólogo ruso Elie Metchnikoff hace alrededor de 120 años. 

 

Metchnikoff fue un niño prodigio, que recibió el apodo de "Mercurio", debido a su gran curiosidad e hiperactividad. Según cuenta su esposa en su biografía, a los 9 años ya estaba dando lecturas de ciencia a su familia, y a los 16 años tuvo su gran epifanía al recibir un microscopio de parte de un profesor de su universidad.

 

La clave de la visión de Metchnikoff fue que al mirar al interior de los tejidos y ver la plétora de microorganismos que residían ahí, no los concibió como corpúsculos patógenos, aislados y extraños, sino como parte del gran proceso de interconexión holística de la naturaleza. Esto fue lo que le permitió entender que las bacterias tenían también una función positiva en la vida humana. 

 

Se le considera el padre de la inmunología por haber formulado la "teoría de la facocitiósica", en la cual definió la función del sistema inmune de resistir enfermedades, particularmente de las células blancas (leucocitos) que son capaces de reconocer intrusos y atacarlos. Esta idea que era completamente nueva, e incluso disputada por Pasteur en su momento,  le valió el Premio Nobel de Medicina de 1908. 

 

La forma en la que Metchnikoff descubrió la existencia de ciertas bacterias que hoy llamamos probióticas en el organismo humano es sorprendente y nos revela la gran valentía y curiosidad que lo caracterizaron. En 1892, durante una epidemia de cólera, Metchnikoff fue su propio conejillo de indias e ingirió una bebida con el virus cholera vibrio con el fin de probar su teoría de que el sistema inmune hacía que algunas personas resistieran ciertas infecciones. Después de notar que no se había enfermado, se decidió que un colaborador suyo tomara también la bebida; tampoco se produjo una infección pero un tercero si contrajo el virus y casi muere. Esto lo inspiró a hacer una prueba en un plato de petri con el virus del cólera, lo que le permitió descubrir que ciertas bacterias --las cuales también podían encontrarse en el intestino humano-- impedían el crecimiento de los virus. Este fue el inicio de la medicina probiótica que apenas actualmente está teniendo su apogeo.

 

El otro descubrimiento central en la moderna adopción de los probióticos y especialmente del yoghurt ocurrió después de observar la inusitada longevidad de los campesinos búlgaros, algunos de los cuales superaban los cien años de edad, y la cual atribuyó a su hábito de tomar yoghurt. "Ya que el ácido láctico funciona tan bien para detener la putrefacción en general, por qué no ha de cumplir la misma función en el tracto digestivo", teorizó Metchnikoff quien hacía eco de uno de los aforismos de Hipócrates que sugiere que todas las enfermedades inician en el intestino, siendo éste la puerta que divide a los órganos con el mundo externo.

 

Pensar que consumir bacterias podía ser benéfico para el ser humano en ese momento parecía contraintuitivo y ciertamente el pensamiento probiótico ha tardado en galvanizar a nuestra cultura. "El lector puede sorprenderse de mis recomendaciones de absorber grandes cantidades de microbios, ya que la creencia general es que los microbios son dañinos. Esta creencia, sin embargo, es errónea", escribió hace 100 años este gran pionero. Metchnikoff teorizó que los probióticos encontrados en el yoghurt de los búlgaros podían tomarse en pastillas, pero murió en 1916 antes de ver esto hecho realidad. 

 

La importancia del trabajo de Metchnikoff apenas empieza a dimensionarse con el descubrimiento del microbioma humano y con las abundantes investigaciones que se realizan actualmente, las cuales están recopilando convincente evidencia que sustenta sus teorías. Hoy sabemos que desequilibrios en la población de la microbiota en el intestino del ser humano están correlacionados con gran cantidad de enfermedades y que muchas enfermedades, desde la gastritis a la depresión, pueden presentar mejorías cuando se reestablece dicho equilibrio a través de la dieta, el consumo de probióticos o el ejercicio. 

 

Fuentes:

https://archive.org/stream/lifeofeliemetchn00metciala/lifeofeliemetchn00metciala_djvu.txt

 

http://nautil.us/issue/23/dominoes/the-man-who-drank-cholera-and-launched-the-yogurt-craze


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