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Claudio Naranjo explica cómo curar las heridas de la infancia para que no afecten el presente

Noviembre 22, 2016

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Cuando llegamos a terapia solemos quejarnos bastante. Puede ser sobre la mala relación que tenemos con nuestra madre, sobre los problemas que pasamos con la última pareja que tuvimos o sobre cómo tenemos miedo de hablar en público. Cualesquiera que sean los temas más recurrentes durante la terapia, el psiquiatra chileno Claudio Naranjo considera que se trata de un listado de conflictos que no pudimos resolver durante la infancia.

 

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Naranjo considera a las heridas de la infancia como las consecuencias que sufrimos al ser reprimidos por nuestros padres cuando somos niños. Por ejemplo, hay una tendencia a educar a los hijos a partir del miedo y la imposición para demostrar autoridad, cuando en realidad debería educarse mediante el amor y la comprensión.

 

El primer paso para liberarse es reconocer que cargamos con heridas de la infancia. No pasa nada, es natural pues todos crecimos en un mundo que de pronto puede resultar hostil para las sensibilidades de un niño.

 

Después, la principal labor para liberarse de las heridas de la infancia es trabajar con uno mismo hasta cambiar la actitud de dominio y autoridad por una de amor y comprensión. Para este propósito puede recurrirse a las terapias colectivas. Claudio Naranjo recomienda las técnicas de terapias grupales para conectarse y relacionarse mejor con las demás personas, dejando atrás patrones de conducta agresivos que arrastramos desde niños. Además, liberarse de las heridas de la infancia tiene mucho que ver con procesar el pasado, como pretenden algunas escuelas de psicología como el psicoanálisis.

 

Por otro lado, se puede trabajar con uno mismo mediante la meditación consciente, en la cual se reconozcan y acepten todas las sensaciones y pensamientos que recorren nuestra mente y cuerpo.

 

Otra propuesta para liberarse de las heridas de la infancia es aprender a vivir el amor como tal. Es decir, no enamorarse como una necesidad de ser querido, sino como una transformación a través del contacto profundo. Naranjo considera imprescindible tener al menos una relación personal en la que se hable con la verdad para dejar de hacerse el ciego ante lo que pasa con nosotros.

 

Lo importante para liberarse de las heridas de la infancia es comprender que no somos seres hechos para dominar a los demás, que no necesitamos agredir ni intimidar a nuestra comunidad ni a nosotros mismos, sino respetarnos y darnos amor. Cuando esta actitud se comprende y ejerce podemos eliminar las heridas de la infancia que provocaron las formas impositivas para educarnos que tuvieron en varios momentos nuestros padres.

 

Una vez que logremos comprender nuestro ser interno y cambiemos los patrones violentos por el amor como prioridad, podremos mantener una mejor actitud ante la vida de adulto. Entonces existir en paz y en el presente sin angustia será mucho más sencillo.

 

Sigue con una meditación para fluir con los cambios de la vida.

 

Fuente

RT


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