No es fácil convivir con personas pasivo-agresivas. En primera, porque no sabemos qué es la pasividad agresiva y porque no identificamos a alguien como pasivo-agresivo hasta que conocemos el término y sus características. Es hasta ese momento que nos damos cuenta de que estamos frente  a un fenómeno complejo. La agresividad pasiva es una forma de hostilidad, un comportamiento negativo típicamente apagado, que caracteriza a individuos aparentemente apáticos pero que implica, además, que éstos ejerzan una dinámica de resistencia pasiva hacia el ejercicio de las tareas cotidianas sociales y laborales. Estos individuos hacen uso de la dilación, el desamparo aprendido, la ineficiencia deliberada, el olvido, la obstinación, el resentimiento y el comportamiento contradictorio. Ellos se sienten constantemente amenazados e irritados, conductas que los llevan a ser ineficaces casi en cualquier tarea que se les asigne. Pero necesitamos entender que, antes de su comportamiento se vuelva patológico, podemos ayudarles. 

El secreto reside en identificarlos y saber cómo tratarlos. El comportamiento pasivo-agresivo se reconoce como un quehacer negativo para el ejercicio de cualquier tarea. Si un amigo, compañero o subordinado tuyo se olvida constantemente de cosas, tareas, citas que acuerdan, es probable que se trate de una persona pasivo-agresiva. Después de la identificación, que no es una tarea sencilla, a continuación te daremos algunas ideas de cómo proceder. 

1. Evita confrontarlas directamente, pero muéstrales otras posibilidades

Es importante comprender que las personas pasivo-agresivas no tienen un trastorno de personalidad, sólo presentan una alta intolerancia a la frustración, por ello no debes confrontarlas directamente con sus errores o descuidos, sino hacerles ver que pueden esforzarse para lograr un mejor resultado.

2. Sé amable y evita alimentar su enojo

El pasivo-agresivo se enoja con facilidad, y son conscientes de ello. Nunca, entonces, hay que alimentar situaciones que favorezcan el enojo, sino disuadir ese tipo de contextos. ¿Cómo? Presentar de una forma real las cosas, pero evitar exagerarlas; lo mejor es  hacerles entender de una manera amable las situaciones que se presentan.

3. Dale una oportunidad de explicarse

El pasivo-agresivo regularmente estará en desacuerdo, pero no sabe cómo expresarlo. Hay que darle la oportunidad de explicarse y escucharlo. Ya que no puedes, directamente, hacerle ver sus errores, puedes mostrarle otras opciones.

4. No te lo tomes personal 

La conducta pasivo-agresiva puede ser involuntaria; una de sus características es la negación a la cooperación, a pesar de que la persona quiera cooperar. Los sentimientos de la persona pasivo-agresiva juegan un papel importante en ello. Debemos entender eso: no atentar contra los sentimientos del pasivo-agresivo, es decir, no tomárselo personal. 

5. Recuerda que la cooperación es el camino

Los pasivo-agresivos no tienen en realidad un parámetro de lo real. Su comportamiento puede devenir de un malentendido entre ambos, y a ello se puede deber su negación a la cooperación. La cooperación ha hecho que el mundo avance, que la tecnología camine, que las enfermedades se erradiquen. Si muestras un enfoque general de las cosas, puede ser que la pasividad agresiva de la persona ceda; después de todo, ¿quién no quiere vivir en un mundo mejor?

Tenemos que reconocer que en cierto momento todos podemos ser pasivo-agresivos pero que si lo identificamos podemos superarlo, de tal manera que va más allá de vernos dualmente como buenos y malos, ya que en realidad todos podemos expresar un amplio rango de aspectos luminosos y sombríos del comportamiento humano. Adquirir conciencia de ello e identificar cómo esto nos pasa en cada momento de nuestra vida es crucial para que empecemos a tomar decisiones deliberadas sobre nuestro comportamiento. 

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Con información de Gizmodo